La tristeza de Michael Schumacher

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“Por un momento, me sentí de nuevo vivo”. El ex piloto de Fórmula 1 y comentarista de la televisión británica Martin Brundell se quedó sorprendido ante la confesión de Michael Schumacher en Valencia, el pasado fin de semana. Durante varios años, el piloto alemán había negado la palabra a Brundell debido a unos comentarios que cuestionaron una acción en pista sobre su hermano Ralf. Hasta qué punto entonces se sinceró con el británico.



“Sentirse vivo de nuevo…”. Con tantos éxitos y récords en su haber, una familia feliz, una fortuna inmensa… No deja de extrañar para el común de los mortales semejante estado de ánimo para quien tanto ha le dado la vida. Hace pocos días, el mismo Schumacher lo remachaba: “No poder correr con el F60 ha sido el momento más duro de mi carrera”.



Los atletas y deportistas de élite viven absortos en el momento presente. Los desafíos y la presión así lo exigen. Quién sabe si tras su retirada un “aletargado” Michael Schumacher habrá recuperado estos días tantos y tantos momentos de tan intensa vida. Por ejemplo, aquel Gran Premio de Bélgica de 1991, en Spa Francorchamps, escenario de la carrera de este fin de semana. Schumacher, una joven promesa por aquel entonces, sustituyó repentinamente al belga Bertrand Gachot, encarcelado en Gran Bretaña días antes de la carrera por una pelea con un taxista británico.



En bicicleta por Spa



El jovencísimo piloto metió una bicicleta en el maletero de su Mercedes y recorrió la pista con ella para conocer el circuito. Dio el bombazo en los entrenamientos al clasificarse quinto. Incluso se permitió el lujo de explicar a su compañero, el veterano Andrea de Cesaris – a quien había superado en la parrilla- cómo utilizaba el pie izquierdo para frenar. Quizás Schumacher también recuerde los intensos y trepidantes días que siguieron a continuación, cuando varios equipos quisieron ficharle. Y cómo Ecclestone intervino en las negociaciones para convencer a los responsables de Benetton, Flavio Briatore y Tom Walkishaw, para que le hicieran firmar. En un momento dado, y ante las dudas, Ecclestone le dijo que se callara y se fuera a la cama porque al día siguiente se levantaría como un piloto de Benetton. Así fue.



Seguro que Schumacher rememorará también tantos momentos de victoria. Como aquel podio de Malasia, en el año 2000, cuando Barrichello, Ross Brawn y él mismo celebraron con tres pelucas rojas el título de Constructores de Ferrari. O pocos días tarde, aquella emotiva vuelta de deceleración del Gran Premio de Japón, cuando por fin logró su primer título con Ferrari tras años de frustraciones.



Fútbol y “cogorzas”



Lo que quizás haya olvidado, debido a las circunstancias, serían las tremendas “cogorzas” que cogió en un par de ocasiones tras la consecución con Ferrari de algunos de sus títulos. Particularmente aquella de 2003 en el Log Cabin de Suzuka, en el que, ya muy “empapado”, intercambió la camiseta con su hermano, y se marchó a pilotar… una excavadora. También echará de menos sus partidos de fútbol, “Schumacher and Friends”, con estrellas del deporte internacional y fines de caridad, que incluso eran televisados.



Las lágrimas de Monza



Quince años en la Fórmula 1 dieron mucho de sí. Demasiado, si lo comparamos con otros pilotos, incapaces de soportar el brutal ritmo y la presión de la disciplina. No para Schumacher, a quien no parecían pasar factura. Quizás la “frustración y amargura”, que reconoció al anunciar su reciente renuncia pueda quedar amortiguada con aquel Gran Premio de Italia de 2000. Aparentemente frío de carácter hacia el exterior, pero cálido en lo personal a decir de quienes le conocen bien, rompió a llorar aquel día, en la rueda de prensa de Monza, ante la emoción de superar el increíble récord de “poles” de Ayrton Senna. El mismo que le “pegó la bronca” como a un niño por su comportamiento en la salida del Gran Premio de Francia de 1992. Sí, el mismo Senna a quien vio estrellarse hacia la muerte, delante suyo, en Imola, en 1994.



Spa, el paraíso de su genio



Ya ven, la vida no debe resultar fácil para quien disfrutó con su enorme equipaje de desafíos y adrenalina. Seguro que, en su fuero interno, Schumacher se consumió en el box de Ferrari ante el sufrimiento de Luca Badoer en Valencia. Consciente de que ese maldito accidente de moto le impidió ocupar su lugar. Sí, en ese desconocido circuito de Cartagena y en esa peligrosa curva donde se caen a decenas los cientos de “quemados” y anónimos centroeuropeos que acuden a matar su pasión durante el invierno. Como el mismo Schumacher, todavía “enganchado” a las añoradas emociones de la Fórmula 1.



Será ahora cuando Schumacher valore como nunca sus brutales exhibiciones al volante. Como aquella del Gran Premio de España de 1996, bajo un increíble diluvio. O aquella maravilla de precisión y velocidad en Hungría, 1998, cuando Brawn le pidió que recortara 25 segundos en 19 vueltas para romper la estrategia de Mika Hakkinen. Lo logró, con 17 recuperados en los últimos 10 giros.



Y por supuesto, cuando estos días se apoye en el muro de boxes de Spa, no olvidará que fue allí cuando logró su primera victoria en la Fórmula 1. En su segunda temporada, y tan solo un año después de su memorable debut en 1991. Spa, su pista preferida, aquella que permitía a su genio brillar como ninguna otra. Aquella en la que casi todos los récords le pertenecen y, por supuesto, el de victorias. Quizás este fin de semana, en Spa, y como en ningún otro sitio, Michael Schumacher hubiera deseado “sentirse vivo de nuevo”.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/dentro-de ... 90828.html

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Gran artículo.