Hay mucho trasfondo detrás de este retorno. Lo primero que debería llamarnos la atención es que no lo haga con Ferrari. Esto querría decir, siguiendo cierta lógica de los acontecimientos, que cuando se fue en 2006 lo hizo un tanto “apresuradamente”. Si lo hizo por decisión propia, o porque en Ferrari “le invitaron” a hacerlo ante la llegada de Raikkonen en aquel momento, no lo podemos saber. Si me sugiere un cierto aire de revancha este fichaje de Michael por Mercedes. De revancha con Ferrari, como si los italianos hubiesen quedado en deuda con él por lo ocurrido aquella vez y que ahora, disfrazado de gratitud por los que le apoyaron en su entrada en la F1, vuelve para ser su rival. Y no un rival cualquiera. Algo difícil de entender si no aplicamos ciertas cosas, sobretodo cuando había jurado que Ferrari iba a ser su última marca en la F1. Al menos, hasta hace un tiempo, cuando ya se empezó a adivinar que quería volver de verdad, nadie podía imaginar que un día –me incluyo-, Michael Schumacher terminaría volviendo a la F1 en un coche que no fuese un Ferrari. Sin embargo, esto va a suceder solo unos meses mas tarde después de haber decidido que quería volver en el lugar de Massa.
No se lo han tomado bien en Ferrari, y tienen razón. Incluso hasta en estos últimos días del año, estamos viendo y veremos a Michael vestido de rojo, promocionando unos cochecitos con el escudo del Cavallino Rampante en una campaña publicitaria de Shell. Imagínense como habrá sentado su fichaje por Mercedes a esta gente.
Para los que nos sentimos aficionados a la F1, no hay dudas de que esta es una gran noticia. Ante la salida de un talento como Raikkonen, quedaba un vacío. La falta de compromiso del finlandés, algo crónico en él, terminó por alejarle de la F1. Las ganas, a un cuarentón como Michael, le hacen volver. Sin ningún interés económico y con mucho que perder, se arriesga a ensuciar el palmarés más impresionante que se haya conocido en la F1. Pero así son los grandes campeones.
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