Vettel se hace mayor
JOAN VILLADELPRAT
Al margen de la batalla que mantienen Nico Rosberg y Lewis Hamilton en Mercedes, otro de los focos de atención de este Mundial es el duelo entre Sebastian Vettel y Daniel Riciardo, la pareja de Red Bull. El buen rendimiento del australiano en este arranque de campeonato puede sorprender tanto como los apuros de su compañero o la distancia que les separa (23 puntos). No faltan los oportunistas que han aprovechado el momento para cuestionar los cuatro títulos consecutivos que ha logrado Sebastian. No considero que sea adecuado realizar una lectura tan simplista porque no creo que todo lo que ha conseguido, por más bien que fuera su coche, esté al alcance de cualquiera. No obstante, eso no quiere decir que su rendimiento actual esté un poco condicionado por la experiencia que ha ido acumulando en los últimos tiempos, al volante de uno de los monoplazas más equilibrados de la parrilla.
El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación a los cambios, aunque este proceso puede ser más o menos rápido en función de las facilidades que ofrezca el sujeto del cambio en cuestión. Pongamos un ejemplo: pasar de volar en clase económica a hacerlo en primera cuesta mucho menos que realizar el cambio a la inversa. Esa misma regla de tres se puede aplicar al automovilismo y también a la F-1. Dicho de otra forma: este curso, a Vettel le está pasando factura el haber conducido los últimos tiempos el bólido con mayor carga aerodinámica de todos, y ahora tener que enfrentarse a otro que, por las restricciones que ha impuesto el reglamento, ha perdido mucho de este downforce. En el polo opuesto encontramos a Ricciardo, que hasta este año se tenía que pelear horrores con su Toro Rosso y que de repente se ha visto metido en un Red Bull que recibe todas las atenciones de la compañía, Adrian Newey incluido.
El alemán pocas veces se esconde dentro de las excusas
De cualquier forma, también creo oportuno destacar la infinidad de problemas mecánicos que han acumulado hasta ahora la mayoría de equipos motorizados por Renault. La pretemporada fue un calvario para todos ellos, y en el caso de la escudería energética es importante subrayar que la mayor parte de las averías las ha acumulado Vettel. La última ayer, en Austria, donde el tetracampeón sufrió el tercer abandono por cuestiones mecánicas.
Hay una característica que es muy de agradecer en el alemán, y es que pocas veces se esconde detrás de las excusas. La enorme capacidad de trabajo que demuestra los viernes y los sábados se combina con una determinación aún mayor los domingos, el día de la carrera.
Entonces, no pone excusas y extrae el máximo del material que maneja. Me parece muy significativo la forma en que Sebastian está sobrellevando una situación tan complicada como la que está viviendo, en la que su nuevo vecino de taller incluso ha podido imponerse (Canadá) con un coche que a él se le está atravesando. La serenidad que le rodea y que transmite, tanto su comportamiento dentro de la pista como las declaraciones que hace fuera de ella, contrasta frontalmente con la ansiedad y el nerviosismo que exhibía años atrás a la mínima que se le presentaba un problema. Vettel se ha hecho mayor, ha sido padre y ha ganado mucha madurez por más que su cara siga siendo la de un niño.
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