La idea de la utilización de motores más económicos vuelve a cobrar vida dentro de la Fórmula 1. Los fabricantes se han reunido recientemente y la FIA constata que se han hecho progresos en el suministro de trenes motrices, en su voluntad por reducir los costes de la competición y evitar futuras crisis como la que Red Bull vivió a finales de 2015.
En su afán por hacer la categoría reina un deporte más accesible a los equipos privados, los fabricantes habían aceptado vender sus motores por 12 millones de euros a partir de la temporada 2018.
Sin embargo, la revista alemana Auto Motor und Sport tacha ese presupuesto inciial de "farsa" ya que "los 12 millones sólo incluyen seis motores por equipo y cinco ingenieros de pista, pero se necesitan el doble de ingenieros para hacer funcionar estas unidades tan complejas. Los fabricantes deberán hacerse cargo de la mano de obra adicional en sus facturas". La misma publicación asegurar que el precio del combustible y del aceite no está incluido en el precio.
Jean Todt quiere que los fabricantes actuales acuerden rebajar costes como una medida para atraer a nuevas marcas, como Audi. Sin embargo, la marca de los cuatro aros asegura que ahora mismo la Fórmula 1 no es una prioridad y que sus esfuerzos están centrados en Le Mans.
"Queremos ganar Le Mans ya que es un campeonato donde la tecnología híbrida eléctrica juega un papel muy importante. También estamos negociando con el DTM sobre cuándo podemos introducir esta nueva tecnología", declara Stefan Knirsch, jefe técnico de la firma.
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