"¿Dónde está Lewis?", preguntan en la sala de simulación del centro tecnológico de McLaren, en Woking. La respuesta esta temporada se repite: "Hoy tampoco ha venido". Hamilton acude a un acto promocional. Quizá a un concierto solidario. O graba un anuncio. O asiste a una entrega de premios. O se está levantando tarde tras una noche junto a alguna celebridad británica. El piloto de McLaren, la auténtica revelación del pasado año, ha cambiado de costumbres. Bebe en los placeres de la fama.
La combinación (más glamour y menos trabajo) no gusta en la escudería inglesa, preocupada por la ajetreada agenda social de su joven estrella. El equipo, sin Fernando Alonso, centró a principio de año toda su fuerza en el rostro del inglés. Tras un Mundial dramático, de guerras domésticas y multas vergonzosas por espionaje, Ron Dennis y su tropa expusieron ante los patrocinadores y los medios al veloz rookie como mejor bandera de enganche. Sus talento y carisma valían millones de libras.
Sin embargo, la apuesta se desbocó. El personaje empezó a devorar al deportista y McLaren intenta ahora controlar el fenómeno. La empresa ha puesto a un supervisor a controlar la vida pública de Hamilton. El 'manager' del piloto sigue siendo su padre, pero unos ojos de McLaren intentan marcar la pauta. Se trata del médico de la escudería, Aki Hintsa, que además de fijar la dieta y la forma física de los pilotos vela por normalizar los horarios de Lewis.
Esta semana, camino de Silverstone, Hamilton ha participado en una regata, estuvo en el concierto de Nelson Mandela, presentó en Amsterdam una línea de ropa con Reebok (contrato de 16 millones de euros)... El Lewis de pasarela derrota al Lewis del asfalto. Un giro hacia la purpurina que se ha visto acompañado de una serie de actuaciones irregulares, con dos carreras seguidas quedando fuera de los puntos. ¿La consecuencia? La prensa inglesa ha cambiado los besos por los cachetes. El grave error en Montreal, donde se llevó por delante a Kimi Raikkonen al no respetar un semáforo en rojo, desencadenó la tormenta.
"Lewis es rápido perdiendo el sentido común", titulaba ayer una extensa y ácida opinión en el 'Daily Express' su jefe de deportes, John Dillon. Le están pegando duro. Y en McLaren siguen frenándole. El jueves, en la conferencia de prensa oficial de la FIA, Hamilton se dejó llevar otra vez. Su compatriota Jenson Button (Honda), le retó a participar en un triatlón benéfico el próximo 27 de julio. Entre bromas, Lewis aceptó el reto. Unos minutos después, McLaren le rectificó en público. Permiso denegado: "Está en medio de la temporada, y el campeonato debe centrar todo su interés".
Dentro del equipo preocupa la querencia de su volante número uno por la vertiente frívola del éxito. Cena con raperos famosos, sale con chicas de la tele. Pasa menos horas en el simulador. Reduce su descanso. Cumple con los horarios, pero llega más fatigado. El año pasado, antes de convertirse en una superestrella, su presencia en el gimnasio de Woking era habitual. El tiempo libre, incluso fuera de la planificación física exigida por los preparadores, lo dedicaba a mejorar sus músculos y a memorizar circuitos en el ordenador de realidad virtual.
A la vida rosa se ha unido su mudanza en los últimos meses a Suiza, también criticada en Inglaterra. El, cuarto en el Mundial, a diez puntos del líder -Felipe Massa-, se defiende. "No me gusta el alcohol. Y realmente mi mente siempre está pensando en la siguiente carrera", asegura. "¿Salí hasta tarde en Mónaco? Cierto, pero era mi tiempo libre", recuerda. Aquella noche, como en el Hilton de Barcelona tras el Gran Premio de España, bailó y pinchó música, junto a muchos de sus rivales.
McLaren contrató para este curso a un par de periodistas ingleses de primera línea en la F1, Matt Bishop y Steve Cooper, de la revista 'F1 Racing', referente entre los aficionados anglosajones. El segundo, el año pasado, se convirtió en el castigo de Fernando Alonso en cada rueda de prensa. Ron Dennis se hizo con sus servicios para cambiar la imagen del equipo y regular el boom del piloto inglés. Pero la operación no ha dado resultados, por el momento. Hoy, en la calificación de Silverstone, Hamilton puede empezar a redimirse.
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