Lewis Hamilton está más curtido. Un año en la Fórmula 1 le ha enseñado a coquetear con las palabras en momentos cruciales y a ejercer presión psicológica sobre sus rivales, como antaño hacían Fernando Alonso o Michael Schumacher, los últimos grandes dominadores de la competición.
"Ferrari debería estar preocupada por su fiabilidad", advirtió el piloto de McLaren, en un mensaje evidente cuya pretensión pasa por desestabilizar a sus oponentes. "Nosotros sí tenemos un paquete fiable e iremos a coleccionar el mayor número de puntos, que es lo que un campeón debe hacer", añade, justo lo contrario de lo que hizo él al final de la pasada temporada.
Dos maniobras suyas en China y Brasil le dejaron sin título en la última carrera, precisamente ante un Ferrari, el de Raikkonen, que a la postre se convirtió en el monoplaza más competitivo cuando ya parecía todo visto para sentencia cuatro carreras antes.
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