Un técnico no vive de la mala suerte
JOAN VILLADELPRAT 21 ABR 2013 - 20:17 CET9
Es difícil entender por qué falla una sofisticada pieza de un fórmula uno, probada durante horas y horas y con simulaciones de todo tipo por un departamento de investigación. Estoy seguro de que, a estas horas, en Ferrari ya saben qué pasó con el DRS que arruinó el trabajo de Alonso en Bahréin. ¿Qué es el DRS? Un sistema que permite al piloto desactivar el alerón trasero. Se corresponde con sus siglas en inglés, Drag Reduction System. El piloto aprieta un botón y el alerón se abre en su mitad superior hacia adelante, como un buzón. Esa apertura reduce la resistencia del coche al viento, es decir la carga aerodinámica, y aumenta su velocidad punta, entre siete y 11 kilómetros. Al igual que el KERS, sistema de recuperación de energía que da potencia extra, la FIA permite utilizarlo en una o dos rectas, dependiendo de los circuitos, y en momentos determinados. Se puede accionar cuando un piloto está a menos de un segundo del que le precede.
¿Qué sucedió con el Ferrari de Alonso en Bahréin? Una vez que el piloto frena, el sistema DRS se desactiva y el alerón proporciona de nuevo la carga aerodinámica inicial al coche. En el caso de Fernando, no fue así. El alerón se quedó enganchado y eso quiere decir que perdía carga aerodinámica en los giros y el coche se le iba de la parte trasera. Viendo que era mucho más lento y los de atrás se lo comían, y de acuerdo con el equipo, entró en boxes. Los mecánicos fijaron el alerón manualmente, creyendo tal vez que el polvo del circuito de Bahréin causó el fallo. Al volver a activarlo, se repitió la situación. Regresó a boxes, volvieron a fijarle el alerón y convinieron que no debía utilizarlo más.
¿Mala suerte? No. La suerte se busca. Un técnico no puede pensar que vive de la mala suerte. Si haces las cosas mal, tendrás problemas. Y es evidente que el sistema RDS le ha fallado a Ferrari. Eso no significa que su coche no sea fiable. Si por algo pudo luchar por el título el año pasado, fue por su fiabilidad. Y la tendencia es la misma. Lo ocurrido, estoy convencido, ha sido lo que llamamos un one-off, es decir, un fiasco puntual, la excepción.
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