La última perla de Kimi
El impasible finlandés vuelve a triunfar después de probar suerte en los rallies y la Nascar
Kimi Raikkonen es genuino, único e inconfundible, y eso lo sabe cualquier miembro habitual del paddock del Mundial de fórmula 1, desde los pilotos a los equipos y, lógicamente, también los periodistas, que de unos a otros se van contando los episodios que han compartido con Iceman, el apodo que luce tatuado en el brazo izquierdo. En Abu Dabi, Raikkonen consiguió su primera victoria desde que se impuso en el Gran Premio de Bélgica de 2009, vestido con la ropa de Ferrari el año que decidió que la F-1 le aburría y se largó a correr en rallies. Tras despeñarse por un sinfín de barrancos y probar suerte en la Nascar americana, logró ayer un triunfo que aún se le resistía, convirtiéndose en el octavo ganador del curso y devolviendo a lo más alto a Lotus 25 años después de la última vez. El finlandés arrancó el cuarto y en la primera curva se colocó el segundo, pegado al trasero de Lewis Hamilton, hasta que el McLaren del británico se quedó frito por una avería en la bomba de la gasolina (vuelta 20) y él se vio al frente del pelotón con pista libre por delante. En ese momento, su versión más original salió a escena, esa que tantas veces ha quedado registrada en las conversaciones que mantiene con su taller por la radio.
Es un tipo honesto que te dirá directamente si ha tenido un mal día"
Sebastian Vettel
Dos giros después de que Hamilton abandonara, Mark Slade, su ingeniero de pista, le quiso informar de la situación de carrera. “¡Dejadme solo!”, respondió el corredor de Espoo, de 33 años, que más adelante, a falta de diez vueltas para cruzar la meta, volvió a recibir un mensaje en el que se le pedía que fuera muy cuidadoso con los neumáticos. “Sí, sí, sí, lo llevo haciendo todo el tiempo”, soltó entonces el último campeón con Ferrari (2007).
Su habilidad para conducir es casi tan descomunal como su pachorra, una característica esta última que principalmente sufren los que deben trabajar con él. Raikkonen es, probablemente, el único piloto que dice abiertamente lo que piensa, y lo hace porque le importa un bledo aquello que lo demás opinen de él. Le da igual que se le tome por un fiestero e incluso bromea con ello. “Esta será una noche muy larga, y seguramente mañana seguiremos un poco más. Cuando nos comencemos a encontrar mal, pensaremos en lo que hemos conseguido. Normalmente, las celebraciones de mis victorias se alargan un par de días”, se reía Kimi, que irónicamente dejó de optar al Mundial el día que volvió a ganar. “Es un tipo honesto que te dirá directamente si ha tenido un mal día”, le define Sebastian Vettel.
Kimi Raikkonen celebra la victoria en el GP de Abu Dabi / ALI HAIDER (EFE)
Más allá de las extravagancias que siempre le rodean y que, por ejemplo, le llevan a salir zumbando de un Gran Premio (Hungría) para coger un avión rumbo a Finlandia, donde le esperan para practicar motocross (tiene un equipo en España), si Raikkonen tiene el respeto de todos sus rivales es gracias a su talento natural. Si reparamos en la relación entre su dedicación y el rendimiento que obtiene de ella, probablemente no hay nadie de la parrilla a su altura. Lo demuestra la estadística que le coloca como el tercer corredor que más vueltas rápidas acumula (37), únicamente superado por Michael Schumacher (77) y Alain Prost (41).
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