Conocemos a Adrian Newey como el gurú de la Fórmula 1, como el mago que sobre un papel en blanco es capaz de crear los monoplazas más competitivos del Mundial, como el hombre que ha colmado de éxitos a Red Bull. Y ahora, conoceremos algunas de sus peculiaridades más personales de la mano del equipo de la bebida energética, quien, en su página web, le ha realizado una peculiar entrevista.
Newey empieza por contar cómo ocupa su tiempo libre, aunque, según reconoce, tenga “muy poco tiempo para disfrutar de sus aficiones”: “Relajarme en casa es lo que más me gusta. Pero, en general, hago un poco de tenis, muy de vez en cuando esquí acuático o, si hace un buen día, doy una vuelta con el coche haciendo una parada en un restaurante para el almuerzo”.
Posiblemente uno de los ingenieros con más títulos de la historia dela F-1 tendrá que tener una colección extensa de premios y reconocimientos a su dilatada y prolífera trayectoria, pero el británico reconoce que no es muy dado a las colecciones: “No colecciono nada. Si acaso compro algunos cuadros para casa o muebles antiguos”.
Como todos los integrantes del Gran Circo que recorren el mundo de punta a punta cada año, Newey se pasa media vida en los aviones, ¿cómo entretenerse durante las largas horas de viaje?: “Solemos tener un poco de papeleo y, luego, simplemente puedes relajarte viendo películas. Pero me gustan los vuelos porque no hay presión para hacer nada”.
Vettel estará muy contento de saber que Adrian no hizo caso a su padre cuando éste le aconsejó, con sus mejores intenciones, que no fuera ingeniero “porque no es generalmente una industria bien remunerada”. El Mundial habría perdido mucho talento y el tricampeón alemán quizá no lo fuera…
Pero, siguió con su sueño y ahora, convertido en uno de los mejores, da las claves para tener éxito en el complicado mundo del motor: “El mejor atributo que se debe tener es la resistencia, ya que habrá un montón de golpes de los que tienes que levantarte. La determinación de hacer las cosas contra todo pronóstico, un espíritu competitivo y, con suerte, un índice de inteligencia razonable”.
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