La fragilidad del coche de Carlos Sainz eclipsa su temporada en beneficio de Verstappen
Noviembre 24, 2015
José Manuel Zapico
Se duele. Lo ha hecho mejor que bien y sin embargo los flashes y aplausos se los está llevando su compañero Verstappen. Carlos Sainz está acabando su primera temporada en el Mundial de Fórmula 1 y se queja de su mala suerte. Parece un tópico, pero tiene razón porque no es normal que un monoplaza se rompa en la mitad de sus actuaciones en pista. Esto está lastrando su año de debut hasta el punto que su compañero tiene más del doble de puntos a pesar de estar ofreciendo un rendimiento técnico muy parejo.
Max Verstappen, el wonderboy de la F1, acapara atenciones por parte de todos porque ciertamente es un piloto brillante, espectacular, a pesar de su escasa experiencia. Sorprende su facilidad para adelantar, siempre deja espacio a sus contrincantes, es constante -impropio de un novato, y tan sólo ha cometido un par de errores de consideración a pesar de su escaso kilometraje (Mónaco y Silverstone), Max tiene todos los mimbres que muestran los destinados a ser campeones, pero datos en mano no es demoledoramente mejor que el madrileño. A falta de una carrera para el final de la temporada los dos corredores de Toro Rosso están empatados en su particular tabla de clasificación interna de quien es el más rápido.
Un trato excelente
Hay dos formas de serlo: en los entrenos cronometrados y carrera. Cada domingo la velocidad de cada cual depende de muchos factores, con frecuencia ajenos, pero cada sábado se determina quien es más rápido en términos de velocidad pura. El día antes de la carrera los monoplazas corren libres, sin tener que adelantar a otros, y en condiciones óptimas para ser veloces. Carlos y Max no sólo están empatados sino que sus tiempos delatan una igualdad muy pocas veces vista. Se considera normal una diferencia de dos o tres décimas entre compañeros, y entre ambos es raro encontrar la jornada en que ésta es de más de dos, y suele situarse en 1 y 1,5 décimas. De hecho hasta el propio Verstappen, que acumula 49 puntos, dice “somos más o menos lo mismo“. En carrera Max acumula nueve actuaciones clasificado por delante de su compañero, por seis del español, que debido a sus abandonos podrían ser más, y esto tampoco esto refleja una pesada superioridad de uno sobre el otro.
A pesar de lo darwinista del funcionamiento interno de Toro Rosso, el trato entre ambos es excelente, repleto de respeto y compañerismo, y no denota la letal coexistencia de ambos bajo el mismo techo. Todo el que no pasa el examen suele quedar fuera de Red Bull, y con una alarmante frecuencia, incluso de la Fórmula 1. Sainz padece en un año excelente porque los siete abandonos, por cuatro de su compañero, están lastrando en demasía su buen hacer de ahí que expresase, con cierta rabia tras el Gran Premio de Brasil, “estoy muy cabreado con la situación, porque creo que teníamos una gran oportunidad de sumar puntos“.
No todo es agrio en la existencia de Sainz. Hace unos pocos días ha sido galardonado como deportista revelación 2014 en los Premios Nacionales del Deporte, en los que recogió su trofeo de manos del rey emérito Juan Carlos I. Su progresiva y sólida carrera en las World Series le valieron para ser acreedor de este reconocimiento. Para Carlos el reconocimiento máximo, el examen importante, tendrá lugar el año que viene en pista.
El posible salto de Verstappen al primer equipo
Por norma general un piloto junior dentro de la estructura de Red Bull tiende a ocupar su asiento dos temporadas, con mucha suerte una tercera, y muchos ven ya a Max Verstappen subido en el primer equipo y a Carlos sudando la gota gorda por mantenerse dentro de la estructura. Helmut Marko, el riguroso examinador de la “Academia Red Bull” no perdona errores, y exige resultados. De momento el que los está consiguiendo es Max y Carlos se defiende afirmando que la F1 es un deporte en el que no se debería valorar solo los resultados netos, sino otras cuestiones por las que puede tasarse el valor de un piloto. Si de resultados netos hablamos, al igual que el holandés hizo dos impresionantes cuartos puestos, casi más valor tuvo el resultado que obtuvo el de Madrid al salir desde boxes en el Gran Premio de Estados Unidos y acabar séptimo, por poner un ejemplo. Otro bien podría ser que la mejor clasificación de los dos en sábado la hizo Sainz, quinto, por un sexto recolectado por el hijo de Jos.
Max es el genio, la chispa, y Carlos es el trabajo en silencio y producto de un desarrollo menos explosivo y más basado en la constancia. Hagan lo que hagan los dos, a ninguno le faltará equipo en 2017 cuando muy probablemente uno de ellos suba de nivel. La pregunta es cuál.
José M. Zapico
@virutasf1
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