¿Karma? Por qué la F1 merece seguir con Michael Masi
En público se ha alabado hasta la saciedad al director de carrera FIA de la Fórmula 1. En privado, el cuento cambia y proliferaban las críticas.
Charlie Whiting falleció de forma abrupta la madrugada del 14 de marzo de 2019. El británico se echó a dormir en un hotel de Melbourne y nunca más despertó. A pesar de que se acercaba a los 70 años, Whiting gozaba de buen estado de salud y nada hacía presagiar lo que acabó ocurriendo, pillando desprevenido al mundo Fórmula 1 en plenos preparativos del Gran Premio de Australia, curiosamente, el último que se ha celebrado hasta el momento.
Sin sucesor definido
Sin tiempo para reaccionar, la FIA siguió la cadena de mando, nombrando director de carrera a Michael Masi, que iba a ser segundo de Whiting en este evento. Irónicamente, Charlie se había pasado años formando a Marcin Budkowski para ser su sustituto en la parte técnica, pero no había hecho lo mismo en la parte deportiva. FIA, sin oposición de los equipos ni de la Fórmula 1, tomó la decisión de que Masi siguiera hasta final de temporada.
La falta de experiencia se dejó patente en múltiples incidencias a lo largo del año, pero para ser una primera temporada, Masi fue relativamente competente, capeando el temporada, si bien ya había dado alguna muestra de que no era ni mucho menos perfecto ni tenía el temple de su antecesor. De nuevo, FIA, Fórmula 1, y sin oposición de los equipos, que ya empezaron a vitorearlo, se confirmaba la continuidad de Masi.
En 2020 Masi comenzó a ser devorado por el personaje. Trató de dejar su huella. Excesiva exposición en la prensa, y demasiada energía gastando en intentar hacer ver que se escuchaba a todos los equipos y las decisiones eran tomadas por consenso. Masi, con muy buenas relaciones con los jefes de equipo más mediático perdió de vista el foco y comenzó a tratar de agradar a todo el mundo, a dejar de lado el reglamento.
La FIA más inconsistente comenzó a hacer su aparición y Masi se transformó en el excusas. Cada Gran Premio, en lugar de explicar por qué se había tomado las decisiones, se dedicó a quitar hierro a las incidencias y a excusar por qué no se había actuado en tal acción o en aquella otra. De nuevo, con el beneplácito de los equipos, que continuaron alabando al director de carrera cada vez que había ocasión.
El afable Masi provocó la percepción en los equipos de que podía ser manipulable en el sentido de que cada equipo pensó que podía ponerlo de su lado. Lo cierto es que actuaba igual con todos. Igual de mal. Pero ni una sola crítica en público, ni una consulta a la FIA, ni una reunión para cambiar la toma de decisiones. Poco importaba que durante un Gran Premio de tres días de duración hubiera cambio de criterio sobre una norma o con los límites de pista prácticamente a finalizar cada sesión. A todos les podía el miedo a criticar, miedo a que el juez pudiera cogerles manía. Mejor alabar. El pelotismo por encima de todo.
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Y entonces, la temporada 2022. Masi ha cedido a presiones, cambiando normas a mitad del partido, y en un año con dos equipos jugándose el título, han aflorado sus peores virtudes. La de dejarse manipular, la falta de consistencia, y la de mirar hacia otro lado cuando la norma está clara. Se volvió más protagonista que nunca, con cámaras en dirección de carrera incluso. Se introdujeron en la señal internacional las radios de los equipos con la FIA que no hizo más que evidenciar hasta que punto se traspasaban líneas que jamás se debían rozar.
La situación pareció sobrepasar a Masi durante toda la temporada, sumándose eventos complicados como el de Spa-Francorchamps. Pero de nuevo, ni una sola crítica a su gestión. Cero. El miedo gana a la valentía.
Y entonces el desastre de Abu Dhabi. Una decisión arbitraria, parecía incluso improvisada, no muy diferente a la que se ha tomado en otras ocasiones, pero ahora siendo parte en la definición de un mundial. Gritos por radio, jefes de equipo tratando de influir a través de un canal teóricamente creado para urgencias y mucho nerviosismo.
Y ahora, solo ahora, es cuando los equipos, o mejor dicho, un equipo, parece estar exigiendo la cabeza del director de carrera. Parece, porque todo es rumorología, ya que Mercedes en público lo más cercano que ha llegado a decir es que tienen que cambiar cosas. Todo, después de amenazar con impugnar los resultados de un mundial.
Dejadez o extorsión
La FIA tiene ahora una gran papeleta por delante. Mantener a Masi y dejar la sensación de que da igual lo mal que lo haga una persona en un puesto tan importante que se va a seguir manteniendo, o cambiarlo y que parezca que Mercedes ha ganado este pulso. La salomónica, la de Masi diciendo que la F1 tiene un alto desgaste y prefiere descansar un tiempo ya no parecería muy creíble. Lo que está claro es que los equipos merecerían más años con Masi, por la cobardía de acabar alabándolo incluso cuando lo estaban criticando.
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