Hablar de Pininfarina es hablar de más que un estudio de diseño automovilístico. Su nombre evoca grandes creaciones y una especial y prácticamente unánime simpatía de todo apasionado por el motor. Hoy este apellido italiano se tiñe de luto tras la muerte de Andrea, nieto del fundador, Battista "Pinin" Farina, y hasta ahora presidente de la prestigiosa empresa familiar de diseño automovilístico de cuyos lápices han salido piezas clásicas para Ferrari, Ford, Fiat, Cadillac o Volvo.
El trágico suceso se producía en la mañana de ayer (sobre las ocho) en el norte de Turín, cuando su Vespa Scooter fue envestida, presuntamente, por un Ford Fiesta conducido por un pensionista de 78 años que sesgó en el acto la vida de Andrea, de 51 años. Estaba casado y tenía tres hijos.
La noticia de su muerte produjo efectos positivos en sus acciones en la bolsa de Milán (crecieron un 9,8%). Demasiado dramático y deshumanizador: las autoridades decidieron neutralizar su cotización en bolsa temporalmente. Las causas de ese repentino aumento por el interés de la empresa Pininfarina eran el conocido hecho de que la familia (dueña del 55% de las acciones) quería vender el 30% de su accionariado para desarrollar un coche eléctrico en 2009 por el que Pininfarina podría embolsarse 100 millones de euros. La muerte de Andrea hizo pensar a los astutos y, quizá, poco sensibles accionistas que la familia quería acelerar el proceso de venta.
En cualquier caso, pretendientes no le faltan a Pininfarina: quieren sanear su deuda de 600 millones de euros, y tanto el inversor francés Vicent Bolloré como la firma india Tata andan detrás de una asociación con los italianos, sin olvidarnos de Piero Ferrari.
Por su parte, Luca Cordero di Montezemolo ha expresado su consternación por la muerte de Andrea, y ha emitido un comunicado que dice: "Italia, Turín y el grupo Fiat han perdido una figura de los negocios que sabía cómo seguir y desarrollar el trabajo de su abuelo y de su padre, Sergio". Quién sabe si alguno de los hijos que deja Andrea tendrá el ánimo y la fuerza para emular a su padre y tomar las riendas del mítico y entrañable negocio familiar.
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