Aporto de nuevo, como tras Bakú o Silverstone, la nota discordante: para mí fue una muy buena carrera, especialmente (o quizá casi únicamente) para aquellos que adoramos la F1 más estratégica.
Cada vez disfruto más con los GP en los que pilotos y equipos hacen bien su trabajo, se arriesgan sin hacer estupideces y, en definitiva, podemos ver auténtica competición. No me gustan los GPs de supervivencia como el pasado Silverstone, en los que los errores aparecen por doquier hasta en pilotos de la talla de Alonso o Vettel. Ayer la salida fue fantástica, llegándose a poner los dos Mercedes y los dos Red Bull casi en paralelo, con Ricciardo intentando lo que hizo Vettel en 2015, con Rosberg engullido por el australiano y Hamilton y con Vettel buscando el hueco, que tapó fabulosamente Ricciardo, debiendo dirimir en la primera curva quién pasaba delante, si él o Verstappen. Tras la curva 2, únicamente Hamilton había ganado una posición, pero eso no debe ocultar algo digno de elogio: los cinco primeros pilotos salieron muy bien, algo no demasiado habitual, y fueron mínimas diferencias producto de ir al límite pero muy concentrados las que produjeron el orden de carrera tras la primera vuelta.
A partir de ahí, exceptuando a un gran Kimi que aprovechó las primeras vueltas para ganar algunas posiciones, comenzó una gran batalla estratégica entre los cinco primeros clasificados. Contrariamente al tono crítico con el que en Movistar se referían a la gestión de carrera de Hamilton, para mí ayer el inglés dio una magistral lección de sangre fría y visión a largo plazo, siempre con la mirada puesta en los neumáticos y un desgaste imprevisible dadas las altas temperaturas. Sé que hay quien no disfruta con estas cosas, que cree que un GP de F1 siempre debe tratarse de ir a tope, pero para mí un GP es mucho más interesante cuando a parámetros como la velocidad o el cuerpo a cuerpo se le suman otros como la capacidad de control, la gestión y, en definitiva, la variabilidad. Me parece mucho más meritoria una carrera como la que hizo ayer Hamilton que una en la que salga primero y sólo deba preocuparse de empujar a muerte durante 70 vueltas, por mucho que en el segundo caso la carrera pueda ser más rápida. En el otro lado de la balanza tenemos a Rosberg, quien debía justamente plantear una carrera al ataque tras ser superado en la salida, una carrera de tirar a muerte y, pese a no disponer de ventaja estratégica, estar pegado a Hamilton todo el rato esperando un error para adelantar. De hecho, ese momento llegó, cuando Hamilton, a pocas vueltas del final, se pasó de frenada. Si en ese momento Rosberg hubiera estado donde estaba por ejemplo Kimi respecto a Max, el alemán hubiera vencido y asestado un golpe moral. Por supuesto queda muchísimo mundial, pero la sensación es que ahora mismo Hamilton es más fuerte en todos los frentes.
Tras los dos Mercedes, se produjo un festival estratégico casi tan fascinante como el de Montmeló entre Red Bull y Ferrari. El equipo rojo fue el primero que abrió la veda: Vettel adelantó su parada y ahí comenzaron los problemas para Red Bull. Si paraban a Verstappen primero, el piloto amenazado en primer lugar por Vettel puesto que estaba a menos de un segundo de Seb, corrían el riesgo que el alemán hiciera bueno el undercut y adelantara al holandés, siendo entonces también una amenaza para Ricciardo, quien pararía dos vueltas después y posiblemente también se vería superado por un Vettel que venía muy rápido con ruedas nuevas. En otras palabras: Ferrari había desbaratado cualquier estrategia conjunta de Red Bull, y Verstappen debía ser sacrificado para no arriesgarse a que Seb adelantara a ambos Red Bull (puede parecer sencillo tomar estas decisiones en cascada en un minuto, a mí no me lo parece). Así fue, y paró Ricciardo en la siguiente vuelta, saliendo por poco delante de Vettel. El problema, quizá imprevisto, para los austriacos venía detrás y se llamaba Kimi Räikkönen, quien estaba haciendo un gran primer stint y consiguió quedar delante de Verstappen tras la parada del holandés. De forma sorprendente, con ruedas 20 vueltas más viejas y sin cometer ni un error, Kimi consiguió mantenerlo detrás suyo, y arruinó por completo el GP de Max, dejando en apariencia la batalla por el podio entre Ricciardo y Vettel.
Destacar el fin de semana de Alonso y también McLaren. Fernando mostró con más brillo que en carreras recientes su constancia, que es su mayor virtud, esa capacidad para exprimir el coche, un coche que por cierto ya no sufre como antes y, como bien dijo el asturiano, puede ser que se comience a perfilar como el primero del resto. A pesar de eso, quedó a 42 segundos de Kimi y Button abandonó, por lo que aún están bastante lejos del grupo de cabeza y con problemas a solucionar. No escuché a los de Movistar pedir disculpas por decir antes del GP que el podio de Alonso "no es una utopía", porque eso me parece simple y llanamente engañar a la gente. Por suerte en McLaren parece que se toman las cosas bastante más en serio.
Paró Kimi para quitarse de encima los neumáticos blandos y pasar al ataque: superblandos y a marcar un ritmo endiablado. Adelantó con facilidad a Alonso y se fue a por el grupo de cabeza. Quizá fue el mejor GP de Kimi desde su retorno a Ferrari, por mostrar tal capacidad de concentración y velocidad. No obstante, lo mejor estaba por llegar: con media carrera por delante, Ricciardo entró a boxes y montó neumáticos blandos. Red Bull, en una jugada valiente y que merece todos los aplausos habidos y por haber, quería reventar la carrera. La clave estaba entonces en ver si los Mercedes y Vettel picarían el anzuelo, pero no lo hicieron, mostrando gran sangre fría, algo que también me parece de lo más destacable ante jugadas así, decisiones que deben tomarse tan rápido. Si alguna crítica puede hacerse a la estrategia de Ricciardo fue que quizá RB tendría que habérsela jugado aún más y montar dos juegos de superblandos, moviendo a Ricciardo a tres paradas y poniendo realmente a Mercedes contra las cuerdas, en el sentido de abrir un escenario de desenlace imprevisto. No obstante, los de delante no cayeron en la trampa (repito, para amantes de las estrategias, una fascinante trampa) y Ricciardo comenzó a mirar los retrovisores, puesto que dos coches rojos acechaban. Sí, dos.
Vettel paró unas vueltas después y montó de nuevo blandos, por lo que si quería llegar al podio debía hacerlo en igualdad de compuesto con Ricciardo pero con neumáticos bastante más nuevos. No obstante, para mí la auténtica amenaza era otra: Kimi. Verstappen paró algo después de Ricciardo y antes que Vettel, por lo que Kimi, en ese momento, tenía a su compañero y al holandés detrás, y Ferrari escogió el momento perfecto para su última parada: a 20 vueltas del final, cuando rodaba aún como un tiro pegado a un Ricciardo que comenzaba a sufrir, montó su último juego de superblandos. Y voló. En 7 vueltas le recortó 10 segundos a Verstappen, y se pegó a él, dando comienzo a la fase más emocionante del GP, una preciosa lucha entre el más viejo y el más joven que me hace sorprenderme cuando se tilda al GP de Hungría de aburrido.
Max se defendió a las mil maravillas en absoluta inferioridad de condiciones, lo hizo todo perfecto durante 20 vueltas, pero todo quedó empañado por una muy discutible (sucia incluso) acción: en la curva 2, ya frenando, giró a izquierdas tras haberlo hecho a derechas unas décimas antes y provocó el toque con Kimi. Quizá más que una penalización lo más justo hubiera sido que Kimi le hubiera pinchado el neumático a Max: al sufrir directamente las consecuencias de su agresividad, la próxima vez se lo pensaría. La sensación en cambio es que esa agresividad le funcionó. No creo que haya que crucificar al holandés por una acción puntual, pero sin duda debe serenarse y no repetir conductas así. La gran lástima para Kimi fue que perdió apoyo aerodinámico, tan importante en la última curva, y seguramente también se vio perjudicado a nivel de desgaste. Si Max no hubiera provocado el toque y Kimi le hubiera adelantado, no tengo demasiadas dudas que hubiera llegado a Vettel (a quien espero que le hubieran ordenando dejarle pasar) y Ricciardo; viendo los problemas del australiano en las últimas vueltas, creo que Kimi hubiera podido ser tercero, lo que hubiera sido una absoluta locura saliendo 14º en Hungaroring. A pesar de eso, el mejor piloto de la carrera: 0 errores, un ritmo de escándalo y un planteamiento al ataque.
Disculpad por este tocho, pero es que me gusta reivindicar aspectos de las carreras que a veces nos ventilamos demasiado rápido, como si detrás no hubiera mucho trabajo y muy bien hecho. Ayer Mercedes, Red Bull y Ferrari estuvieron de 10. Por cierto, todos los que ya daban por desahuciado a Ferrari deben rectificar, puesto que ayer el coche era más rápido que el RB, y eso es muy destacable teniendo en cuenta el tipo de circuito. Por supuesto que los austriacos están llegando, pero no hay que ser alarmistas, seguir trabajando y comenzar ya a pensar muy seriamente en 2017.
En nada llegamos a Hockenheim, un circuito que me encanta, muy variado, ¡a ver si Seb nos puede dar una alegría en su casa!