La herencia maldita de Mosley
Una F1 con falta de espectáculo, sin adelantamientos, sin normas claras y sin circuitos míticos
La herencia maldita de Mosley
Max Mosley, ex presidente de la FIA
Tal y como se recoge en el artículo de Iván Martín y Ladera publicado en el diario La Gaceta, el legado de la gestión del ex-presidente de la FIA Max Mosley ha dado mucho de que hablar esta semana por la falta de espectáculo ofrecido por la Fórmula 1 en el GP de Bahrain.
Sin espectáculo, sin más emoción que la del fanatismo por un piloto, sin adelantamientos, sin grandes fabricantes, sin normas claras, sin circuitos míticos y sin que la FIA cumpliera su palabra con los nuevos equipos.
La temporada 2010 ha comenzado relativamente bien teniendo en cuenta que Honda, Toyota y BMW, tres de los fabricantes de automóviles más importantes del mundo han sido remplazados por un grupo de Malasia que usa el nombre Lotus pero que no tienen nada que ver con la mítica casa británica, una escudería dependiente de una tienda de discos, operador de telefonía, aerolínea o lo que toque dentro del imperio Virgin, un Hispania que vive en parte de un gobierno autonómico para financiarse y que llegó en pañales a Bahrein y por último, un equipo norteamericano (USF1) que no ha sido capaz de llegar a la cita con la F1 a pesar de conseguir una de las plazas para participar el campeonato.
De un equipo como BMW capaz de ganar carreras, a 6 monoplazas que ruedan 7 segundos más lentos que el líder e incapaces de cruzar la bandera de cuadros.
Dice un viejo refrán que quien siembra vientos recoge tempestades y con Max Mosley la realidad muestra como los errores y los continuos cambios de rumbo en su gestión han dejado una Fórmula 1 que nadie entiende, que no gusta ni aficionados, ni pilotos ni escuderías.
Hace años los equipos llegaban a un GP, usaban un motor el viernes para girar en los libres, pero el sábado la cosa cambiaba con un monoplaza diferente, que rodaba con gasolina para tres vueltas, con gomas de clasificación que duraban dos, tomas de aire del motor reducidas a la mínima expresión, total el motor estaba diseñado para girar no más de 15 vueltas, y un setup (configuración) diferente al que usaría en la carrera.
De esta forma todos se lanzaban a la conquista de la pole y el mejor, el más rápido era el que la conseguía. Todo lo contrario que lo acontecido los últimos años donde era imposible explicar a un niño por qué el primero no siempre era el más rápido (a consecuencia de las cargas de carburante).
Los domingos había mucho movimiento puesto que la sesión del warm-up hacía las delicias de los espectadores que disfrutaban de una sesión extra por el mismo dinero, donde los equipos configuraban su monoplaza para la carrera. Sí, ha leído usted bien, porque podían llevar hasta cuatro coches completos a los boxes (¿se acuerdan de los muletos?), y los pilotos podían cambiar de coche casi hasta los primeros instantes de carrera.
Hubo un momento donde había motores de 12 cilindros y ocho también, atmosféricos contra turbos y hasta coches con seis ruedas en pista, Fórmula 1 en estado puro donde la imaginación había tomado el poder.
Pero con Mosley la fiesta se acabó. Bajo el falso pretexto del ahorro de costes la F1 perdió sus señas de identidad, ahora todos usan las mismas gomas, la misma centralita (de McLaren) controla unos motores que son de la época de cuando mi abuela aún iba al colegio, eso si, todos con el mismo diseño, peso y medidas impuesto por el integrismo reglamentario de Mosley. Por el precio que pagaba Sauber en los viejos tiempos por los motores Ferrari ahora corren seis coches con un propulsor de hace más de cinco años que ha resultado ser apto para la F1 del siglo XXI.
Pero las esperanzas no se han cumplido, la mentira siempre sale a la luz, al igual que ha sucedido con la crisis nacional que hace poco era solo desaceleración. La F1 sigue siendo prohibitiva y un deporte muy caro, los constantes cambios de reglamentación ha imposibilitado que los equipos reduzcan sus presupuestos, porque hay que inventarse un coche nuevo cada año porque la FIA ha vuelto hacer de las suyas.
En 2009 parecía que la F1 podía dar espectáculo tras uno de los cambios de reglamento más drástico de las últimas décadas, que cortaba las alas de la aerodinámica en pos de los adelantamientos. De nuevo Mosley aprobando los dobles difusores rompió el equilibrio dando luz verde a una solución totalmente contraria al espíritu de las normas (hasta McLaren y Ferrari habían sido buenos y no habían hecho trampa).
¿Resultado? Millones y millones tirados a la basura para rehacer los coches en plena temporada y un 2010 que cuenta con unos difusores equivalentes a los de antaño, es decir cero adelantamientos y más millones tirados a al basura (sin contar el gasto extra para adaptar los coches al nuevo reglamento).
Al final la afición se pierde entre normas que cambian de año en año tanto como los equipos comparsas a los que les prometieron todos competirían por 45 millones y ahora los que gastan más de 300 dicen que ven muy lentos y les estorban.
Max Mosley prometió espectáculo, adelantamientos y una F1 económica, hoy tenemos una categoría sin tecnología, que cada día se parece más un campeonato monomarca, igual de cara que siempre y donde se reza que llueva para ver que es eso de un adelantamiento.
¿Será capaz Jean Todt (nuevo presidente de la FIA) de cambiar las cosas?
Redacción TheF1.com - Iván Martín y Ladera - Infomotor Netwwork, S.L.
http://www.thef1.com/noticias/noticias-2010/marzo-2010/la-herencia-maldita-de-mosley
Agrego:
Lindo comentario para que lo discutamos un rato largo...