No hay guerra en Ferrari. Ni malos rollos entre Felipe Massa y Fernando Alonso. Tal y como el español comprendió que en Australia había que defender los intereses del equipo quedándose detrás de su compañero, Massa entendió que no hay nada por lo que escandalizarse tras el adelantamiento que le realizó Alonso en China.
Obviamente si sacamos de contexto un par de frases de las largas declaraciones del brasileño podemos sacar titulares que dan jugo y más aún, si interpretamos un momento de la carrera como una demostración de algo que algunos quieren ver y en realidad no existe.
Así es gran parte de la prensa cuyo único objetivo es vender y atraer a sus lectores con titulares llamativos que poco tienen que ver con la realidad. Ya conocen la máxima periodística por la que se rigen: "no dejes que la verdad te fastidie una buena noticia".
¡Cómo si no hubiera pasado nada en Shanghai! Para qué analizar la inteligente victoria de Button, el hundimiento de Red Bull en carrera o la cada vez más notable diferencia de rendimiento entre los pilotos de Mercedes si podemos sacar un titular sensacionalista en portada.
De todos modos, esta actitud es de sobra conocida por los aficionados y vivió su momento cumbre en 2007, cuando la prensa española y británica se empeñaron en ver como el demonio recién llegado a la tierra a Lewis Hamilton y Fernando Alonso, respectivamente.
El paso del tiempo cada vez deja más claro que ambos -geniales pilotos, sin duda- tuvieron poca culpa en el affaire 'McLaren 2007' y que la gran responsabilidad estuvo en la dirección del equipo de Woking, incapaz de gestionar a sus dos estrellas.
Sin duda, aquellos dardos envenenados entre unos y otros dieron resultado en términos mercantiles para los medios. La Fórmula Uno nunca ha tenido cuotas de audiencia tan grandes como en aquel final de campaña y el sueño húmedo de más de uno es volver a ver a Hamilton y Alonso peleándose. Y si fuese en un ring, mejor.
De aquellos polvos llegan ahora estos lodos: aficionados alienados por la prensa de su país que tan sólo ven al contrincante como un proscrito que cuando no hace las cosas mal es para hacerlas peor y que ni siquiera es capaz de reconocer los errores del piloto al que animan.
Es una auténtica pena que haya supporters, tifosis, fanáticos -utilicen el idioma que quieran- que sean incapaces de disfrutar con el espectáculo que "los otros" dan en pista. Atrás queda el espíritu del deporte en cuya esencia está entretener y dejar a un lado la crispación del día a día.
La locura llega a tal punto que es contagiosa e incluso algún aspirante a futuro patrón de equipo se dedica a poner palos en la rueda del vecino antes que intentar luchar por compartir asiento en primera fila como buenos hermanos.
Es muy fácil entrar al juego de esta confrontación directa y no entender que en Fórmula Uno no hay nada negro ni blanco, como bien demuestran los reglamentos de la competición y como deberían tener claro los que están detrás de cada columna, retransmisión o comentario en que se hable de Fórmula Uno.
A pesar de que las trabas que los que siguen apostando por este método de "informar" sobre el Gran Circo, sigo con el convencimiento de que el ser humano es tan inteligente por naturaleza que la gran mayoría de aficionados saben disfrutar de la pasión, la lucha tecnológica y la competitividad de la Fórmula Uno. Tal y como están las cosas, sólo me queda dar la enhorabuena a todos ellos.
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