Gran Premio de Japón de 1976. El día en que Niki Lauda se convirtió en humano
La temporada de 1976 del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 es recordada por la lucha entre Niki Lauda y James Hunt por el campeonato, pero antes de que eso ocurra, en el Gran Premio de Japón, un accidente marcó todo el devenir del campeonato. Niki Lauda y James Hunt habían comenzado casi de la mano en la Fórmula 1. A pesar de que sus personalidades eran totalmente distintas, inglés y austriaco eran amigos, e incluso llegaron a compartir piso. (No me imagino a un piloto de la Fórmula 1 acutal compartiendo piso como si fuera un estudiante).
A Hunt le conocemos por su faceta de piloto play-boy y sus hazañas ocurrían tanto dentro como fuera de la pista. Su estilo de vida desenfadado era totalmente opuesto al de Lauda. El austriaco era frío, cerebral y directo. Y ahí no quedaba la cosa, Hunt pilotaba un McLaren, Lauda un Ferrari.
La temporada comenzó con un dominio casi total de Lauda. Cinco victorias en nueve carreras le permitían ser líder del campeonato con una ventaja de 61 puntos sobre Jody Scheckter. Pero el Gran Premio de Alemania de aquel año todo cambiaría de golpe. Niki Lauda sufriría un terrible accidente que a punto estuvo de costarle la vida. Dice la leyendo que incluso le llegaron a aplicar la extremaunción. El austriaco sobrevive pero las secuelas del accidente son evidentes en su rostro, deformado y parcialmente quemado.
Para cualquier persona normal, lo lógico sería pensar que la temporada había terminado. Pero Niki Lauda no tenía esa misma idea en la cabeza. Un mes y 12 días después, el 12 de septiembre de 1976, Lauda se vuelve a colocar el casco para el Gran Premio de Italia. Contrariamente a lo que se podría esperar, el austriaco finaliza aquel gran premio en cuarta posición.
Los resultados de James Hunt durante la ausencia de Lauda y en los tres grandes premios posteriores a su regreso, permiten al británico colocarse a la zaga de su amigo. Con tan sólo un gran premio por disputarse, el Gran Premio de Japón, Lauda sigue siendo líder con tan sólo tres puntos de ventaja sobre Hunt.
En ese Gran Premio de Japón se dirimiría el título. El circuito del Monte Fuji albergaba la prueba por primera vez en su historia. El nuevo trazado recibía a la Fórmula 1 con una cortina de agua, tanta que la visibilidad se podía calificar como nula. Además el nuevo trazado es incapaz de tragar toda esa cantidad de agua, convirtiendo el asfalto en una bañera.
Viendo las condiciones de la pista, los pilotos se reúnene. A pesar de que hay varios pilotos que prefieren no correr, entre ellos Niki Lauda, finalmente se toma la decisión de salir a pista. Aquí también hay que hablar de leyenda. Ésta dice que Niki Lauda se reunió uno a uno con los pilotos, y todo parecía indicar que saldrían a pista y posteriormente se retirarían.
Lauda, quizás con Nürburgring aún demasiado fresco en su cabeza, cumple lo dicho y se retira en la segunda vuelta. Lo que viene después también se conoce como La traición del Monte Fuji. A pesar de la lluvia el resto de pilotos continúa en pista. James Hunt, que necesita un cuarto puesto para proclamarse campeón domina la carrera.
A mediados de la misma, deja de llover y la pista comienza a secarse. Hunt se mantiene en pista con los neumáticos de lluvia que poco a poco se van degradando. Además, uno de sus neumáticos comienza a perder aire. En McLaren deciden que el británico se mantenga en pista. En ese momento ya ha perdido el liderato.
El golpe de efecto vendría unos instantes después. El neumático problemático de Hunt revienta, por suerte para el, lo hace poco antes de la entrada a boxes. Tras el cambio, ha bajado hasta la sexta posición y quedan sólamente tres vueltas para que finalice la carrera. Entonces comienza una carrera que le valdría un título. Poseido, Hunt comienza a atacar. No sabe si está adelantando a doblados o ganando puestos, de tal forma que cuando llega a meta piensa que ha terminado quinto y que ha perdido el mundial.
Ya en boxes, un James Hunt enfurecido se lanza a pedir explicaciones a Teddy Mayer, jefe de McLaren, de por qué no le habían parado antes para cambiar neumáticos. Incluso llega a lanzarle un puñetazo que no impacta sobre su jefe. Una vez calmado consiguen darle la buena noticia. Ha acabado tercero. Es el nuevo Campeón del Mundo de Fórmula 1.
Mientras tanto, hacía horas que Niki Lauda se había marchado del circuito. El austriaco había indicado a su chófer que condujese la limusina Rolls-Royce, asignada por la organización de la carrera, hacia el aeropuerto. Allí mismo, Lauda conocería el desenlace del Gran Premio de Japón. Había perdido el título, y su amigo Hunt era el nuevo campeón.
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