Mientras con un coche superior Vettel lograba, a finales del 2012, su tercer título consecutivo, el hecho realmente histórico que se estaba produciendo en la Fórmula 1 ocurría a escasos metros del box de Red Bull. Periodistas de todos los países – salvo de Alemania, claro – decidían por unanimidad que el auténtico vencedor del mundial no era un chico alemán apodado Frigodedo, sino un piloto asturiano que, con un coche notoriamente inferior, había vuelto a padecer la desgracia del 2010.
Semanas después, en una encuesta entre jefes de equipo, volvió a repetirse la unanimidad respecto a la calidad de Fernando Alonso (salvo los votos de Red Bull y Toro Rosso, claro). Estas cosas no pasan habitualmente en la F1, créanme. Y, cuando ocurren, es que el piloto alabado suele ser inglés.
Sin embargo, todo esto da igual a los que esperan cualquier resultado adverso del piloto asturiano para lanzarse no sólo a su yugular, sino también a la de todos sus defensores. Principalmente a la de Lobato, al que cada vez que en una retransmisión dice que a un piloto “le están respirando en la nuca” no vacilan en continuar su comentario haciendo referencia al morder almohadas.
Lógicamente, alguien como yo, que piensa que la principal utilidad del nacionalismo es pasárselo mejor durante las transmisiones deportivas y presumir de la fama internacional de Nacho Vidal, se sorprende ante ese grado de rabia en los detractores de Alonso. Y de la sorpresa, claro, se pasa a un grado de fascinación hacia el antialonsismo. Y a estudiarlo, porque no todas las formas de insultar al mejor piloto de la era post-Schumacher son iguales, faltaría más.
“Tú no tienes ni idea”En primer lugar, existe un pequeño sector de aficionados que disfrutaban del placer solitario de la F1 (sí, he usado esas palabras: algo que emitía Tele 5 en diferido a la una de la mañana no merece otro nombre) mucho antes de que llegasen “las hordas azules” a celebrar las victorias del asturiano en Renault. Y, claro, el club de la F1 dejó de ser tan elitista. De pronto, sintieron la necesidad de afirmar el clásico “yo estaba aquí antes” y, para algunos, la opción más sencilla fue el “si los que no tienen ni idea idolatran a Alonso, entonces el tirarlo del pedestal demostrará que yo tengo más idea que nadie”. Es un argumento que parece no tener sentido, pero observado en detalle, sin embargo, uno se percata de que… no lo tiene.
Otro ataque snob a Alonso proviene de la noción de que se exagera lo bueno que es por puro nacionalismo español descerebrado. O dicho con otras palabras, que la prensa patria se acerca a Alonso con las bragas en la mano. De ahí surgió para algunos, en su día, la necesidad de decir que “Hamilton es igual de bueno que Alonso, sino mejor” como muestra de tener un pensamiento ecuánime. El problema es que estas personas no se daban cuenta de que, hasta bien entrada la era de internet, la historia de la F1 ha sido un panfleto escrito íntegramente por ingleses.
Y el Reino Unido es un pueblo que nos puede dar mil y una lecciones de patrioterismo: la teórica “cultura de la F1″ que tienen en Inglaterra arrancó con la retransmisión íntegra del campeonato en 1978. ¿Por qué esa fecha? Porque en el 76 James Hunt había sido campeón y, qué curioso, gracias a eso les surgió el interés por ver las carreras. El problema es que, en el 77, una escudería llevaba anuncios de Durex y eso era ¡inaceptable! para la BBC.
En las décadas que siguieron, los ingleses hicieron gala de un fanatismo que ríanse de Lobato puesto de ácido. Tras una sequía que se les hizo eterna, cuando por fin tuvieron opciones con Nigel Mansell, no dudaron en satanizar a cualquier piloto que osara estorbarle. ¿O creen que un tricampeón como Nelson Piquet está tan ninguneado históricamente por casualidad? Así que lo dicho, si vamos a ser menos cerriles españolistas por comprar patrioterismo inglés, mal vamos.
Otro mito respecto a Fernando Alonso es que es el rey de poner excusas. Pero la cruda realidad es que, en F1, no existe nada más fácil: para Alonso y para todos. Cuando un motor se rompe, existen mil factores que han contribuido a ello. Lo que es lo mismo que decir “mil excusas” tan válidas como imposibles de comprobar hasta para un ingeniero. Y, sí, cuando un coche es segundo y medio más lento que la cabeza, tampoco es culpa del piloto al 100%.
Es lo que pasa cuando muchos se acercan a la F1 sin saber que las excusas que no valen para el fútbol sí que pueden ser aceptables en el automovilismo. El caso es que, dentro de la F1, Alonso es de los que menos balones fuera echa. Y de los que menos endulza sus palabras. Sólo Mark Webber le supera en honradez, pero eso es algo que los australianos llevan en sus genes: el “No bullshit” podría ser un lema que lucir en su bandera.
Alonso es más… que túA pesar de todo lo dicho, no me cabe duda de cuál es el rasgo de Fernando Alonso que provoca más antipatía: que no busca construirse una imagen con la que caer simpático a todo el mundo. Va a lo suyo diciendo las cosas como las piensa y ¡lo que es más grave! sin molestarse en lo que vas a pensar tú de él. “El tiempo pone a todos en su sitio” es su mantra.
Hay pilotos muy volcados en las relaciones públicas que hacen cosas del gusto de todos (¿Quién puede decir nada de participar en ONGs por la infancia?) y que eluden espinosos asuntos políticos (la actitud “apolítica” de un imberbe Vettel ante lo que pasaba en Bahrein, mientras un hombre de verdad como Webber no dudaba en criticar tanto al régimen opresor como la simpleza mental de su compañero de equipo). Son gente sin aristas, siempre con la sonrisa y el bolígrafo para firmarte el autógrafo a mano.
En lo que a mí respecta, ese grado de falsedad me molesta: SÉ que todos tenemos aristas. Y SÉ que no soy el centro del universo, porque para algo hace muchos años que dejé de ser adolescente. ¿Por qué tendría que estar Kimi Raikkonen pendiente de mí? ¡Prefiero su honrada apatía, su alcoholismo sin excusas, su decir “estaba cagando” en las ocasiones solemnes! (Y, por supuesto el que, en su día y con la que ahora es su ex mujer, hubiese protagonizado la versión escandinava de un chiste de Arévalo cuando ésta le descubrió con varias muchachas en la cama). Y denme también, por supuesto, un Ralf Schumacher invirtiendo su dinero en una cadena de sex shops en Eslovaquia en vez de en cualquier caridad. ¡La pornografía de calidad también es un derecho fundamental!
Fernando Alonso es de esa escuela: la de ir a lo tuyo sin disimular lo que eres. Y, al igual que gente como Webber, como Ralf, como Kimi, como Briatore (por supuesto) lo admiro por ello. Y muchos lo odiarán por el mismo motivo, pero denme mil veces esa sinceridad antes que los pucheritos de Vettel saltándose las órdenes de equipo pero pidiendo un perdón ridículo – “losientomuchomeheequivocadonolovolveréahacer” – en un afán por seguir siendo un niño bueno que caiga bien.
Bienvenido a TwitterComo guinda del pastel está, no podemos olvidarlo, la novedosa presencia de Fernando Alonso en las redes sociales. A muchos les podría parecer que eso era un esfuerzo por proyectar una imagen amigable, pero nada más lejos de la verdad. A Alonso no le interesa proyectar una personalidad más acogedora que la de Rosa de España, sino proyectar su VERDADERA personalidad, para atajar todas las elucubraciones y rumores que fabrica una prensa siempre ávida de información. Y “verdadera”, aforunadamente, no tiene porque significar “cómoda”.
Recientemente, desde su perfil de Twitter, Alonso se prestó a que la gente hiciese preguntas, y el troleo generó perlas tan divertidas como “¿Podría Jesucristo preparar un burrito tan picante que ni él mismo pudiese comerlo?”. Personalmente, yo me dedicaría a responder a esas preguntas. Y me gustaría que Alonso lo hiciese, pero no tengo derecho a exigirle ser lo que la RAE define como “finstro duodenal”. Y, a pesar de todo, sigue habiendo mucha gente anclada en una adolescencia egocéntrica que se ofendería si Alonso le respondiese como el genial y tristemente fallecido Jesús Franco hizo ante un “¿De qué va tu última peli, Jesús?”. El tío Jess dijo “Va… ¡de tu **** madre!”. ¿Se pueden creer que hay gente que se molesta ante esa respuesta en vez de aplaudir?
De momento, la andadura de Alonso en Twitter, para muchos periodistas, se resume en un “¿Y a ti todavía no te ha bloqueado Alonso?“. A mí me da por responder “¿Y por qué no iba a bloquearme? ¿Por qué tiene que atenderme?”. Lo que muchos consideran una catástrofe de relaciones públicas a mí me parece el más absoluto de los triunfos: Fernando Alonso, el piloto que no se ocupa en hacer que te sientas bien contigo mismo por apoyar a alguien intachable, simpático, cercano, humanitario, amigo de los unicornios…
¿Tanto costará jalear al que, simplemente, es el mejor piloto de la actualidad con mucha diferencia y, junto con Nacho Vidal, uno de los pocos motivos para ir con la cabeza mínimamente alta por el mundo adelante?
Fuente:
http://www.1001experiencias.com/experie ... do-alonso/