Fernando Alonso recupera el podio en Jeddah de madrugada
El español, que cometió un error en la salida y tuvo que cumplir un castigo de cinco segundos en su parada a boxes, fue sancionado de nuevo cuando ya había celebrado su tercer puesto. La FIA le devuelve el podio
Eran las tres de la madrugada en Jeddah y los equipos de Fórmula 1, incluido los pilotos, ya se subían a los aviones para volver a casa cuando se conoció la noticia: Fernando Alonso recuperaba su tercer puesto. El esperpento de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) tocaba a su fin después de varias decisiones francamente inexplicables.
Una vez terminada la carrera en Arabia Saudí, en plena ceremonia del podio, anunciaron una investigación, unos minutos después sancionaron a Fernando Alonso retrasándole al cuarto puesto en beneficio de George Russell y cuatro horas más tarde le devolvieron su cajón, el número 100 de su carrera. El organismo atendió la reclamación de Mercedes y después la protesta de Aston Martin con una escasa solidez argumental. Sus vaivenes sólo sirvieron para empañar el éxito de Alonso, que subió a su segundo podio consecutivo por primera vez desde 2013, y que confirmó que es el más rápido por detrás de los Red Bull.
Un disparate rectificado de madrugada
¿Qué pasó realmente? Todo empezó en la salida. Después de 360 carreras en el Mundial -el piloto con más pruebas disputadas de la historia-, Alonso cometió un error de novato, un error tonto, al colocarse en la parrilla. En su primera visita a la primera línea desde el año pasado en Canadá, se situó demasiado a la izquierda, fuera de la zona designada. No avanzó centímetros, ni salió antes, simplemente se colocó mal. Y por ello recibió la primera sanción. En su visita al garaje, una vez detenido, nadie podría tocar su coche durante cinco segundos.
TODAVÍA NO ESTABA TODO PERDIDO
Un percance, sí, pero nada irremediable. En la primera curva, Alonso superó a Pérez, el dueño de la pole, le sostuvo detrás durante tres vueltas y cuando fue adelantado lo aprovechó. Como un ciclista que es rebasado por el maillot amarillo y se engancha a su espalda, Alonso vivió a rebufo de Pérez durante ocho vueltas y esa táctica anuló su sanción. Cuando en la vuelta 18 apareció el safety car y todos los pilotos se fueron al garaje, el líder de Aston Martin ya tenía margen suficiente como para cumplir con los cinco segundos y regresar por delante de Russell.
Esa sería su batalla hasta ver la bandera de cuadros. Con Pérez inalcanzable en cabeza y, tras ser rebasado por Verstappen, Alonso se centró en mimar su ventaja respecto al británico, en mantenerlo a distancia. No hacía falta forzar, le bastaba cualquier diferencia para confirmar el podio. Hasta que, por radio, le avisaron de la posibilidad de una segunda sanción y se marchó, se marchó, se marchó. Al final llegó a meta con cinco segundos de ventaja, pero el susto fue el mismo.
¿Qué pasó realmente? Otro error de novato, otro error tonto, en este caso de un mecánico de Aston Martin. Durante los cinco segundo de pena en boxes, supuestamente nadie puede tocar el monoplaza y el responsable del gato trasero lo hizo levemente. Un toque que generó la polémica. En plena carrera los comisarios no se dieron cuenta del fallo, pero una reclamación de otro equipo, presumiblemente de Mercedes, la escudería de Russell, hizo que arrancara la investigación y que Alonso recibiera un segundo castigo: 10 segundos de penalización, pasaba del tercer al cuarto puesto.
Durante varias horas la sanción fue un hecho e incluso Alonso y los jefes de Aston Martin la acataron, pero la dirección deportiva de la escudería no estaba dispuesto a hacerlo. Con el reglamento como escudo, que indica que no se puede trabajar en el coche durante los cinco segundos de parón -nada de tocarlo ligeramente-, presentó una larga apelación, demostró que en siete ocasiones otros equipos habían tocado su monoplaza y consiguió recuperar el podio de Alonso. De la alegría del podio, al mazazo de la sanción, al subidón tardío de la apelación. Un carrusel en el que hubo un ganador, Aston Martin, tan efectivo en los despachos como en la fábrica, y un perdedor, la FIA, nuevamente incapaz de establecer unos parámetros claros que permitan a los aficionados disfrutar de la Fórmula 1 sin inexplicables sobresaltos.
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