El empresario alcireño se desvincula de Agag para impulsar un equipo español que compita en el Mundial. El circuito de Valencia necesita del tirón de otro piloto como Fernando Alonso
Nunca hubiera podido imaginar el alcireño Adrián Campos, cuando creo en 1982 su primer equipo para la fórmula 3 europea, que acabaría tan cerca de las puertas del gran circo. Aquel año, con pantanada incluída, en las instalaciones de la fábrica de su abuelo, Avidesa, reunió a lo mejor de cada casa para comenzar un proyecto que ya no abandonaría. Corrió, llegó hasta la fórmula reina, y organizó sus propios equipos. En su etapa de manager descubrió muchos de los pilotos que hoy están en lo más alto de los diferentes campeonatos mundiales de automovilismo, pero sobre todo, fue el artífice de llevar a Fernando Alonso hasta las puertas de Renault. Ahí conoció a Alejandro Agag, que en aquellos tiempos empezaba a descubrir este mundo, y que se había hecho con los derechos de la F1 para la televisión en España.
Esa amistad desembocó en la sociedad que el lunes rompieron definitivamente, tras un periodo algo extraño, aderezado con acontecimientos políticos de todo tipo. Lo más destacado, sin duda, fue el veto impuesto por el mismísimo President de la Generalitat, Francisco Camps, cuando recomendó que no aparecieran en la grandilocuente presentación a todo el mundo del Gran Premio F1 de Valencia. ¿A qué se debía esta marginación, al menos de Campos, que era el único valenciano que llegó a esta modalidad?. ¿Qué mano negra esta detrás?. Desde entonces, el alcireño se ha mantenido en un segundo plano al margen de todo acto político alrededor del gran evento.
Hoy, por fín, navega sólo y sin tiburones a su alrededor que le impidan hacer lo que a él le gusta; dirigir sus equipos de carreras desde la visión del empresario-piloto que vive en directo sus avatares.
Agag, con sus contactos y la habilidad que le caracteriza, le trajo el presupuesto necesario de los árabes para ganar la GP2, pero le ha ninguneado continuamente hasta crear una situación insostenible. Los proyectos a los que aludía Campos en las declaraciones de su separación de Agag, pasan por crear un equipo de Fórmula 1 español, más pronto o más tarde, consciente de que el fuerte tirón que hoy tiene este tinglado está cimentado en un piloto como Fernando Alonso, y que los circuitos se llenarán mientras exista un aliciente. El proyecto de la Generalitat patroneado por Valmor necesita con urgencia más espectadores en las gradas del circuito urbano, y sólo un piloto español puede servir de tirón.
Este verano quedó demostrado que sólo el público español ha acudido al reclamo de la Fórmula 1, frente al resto del mundo que dio la espalda a la prueba de Valencia. Uno de los principales problemas con los que se encontró Valmor fue la enorme cantidad de entradas que se devolvieron desde el extranjero. Un equipo español de F1 sería un gran aliciente para ver las gradas a rebosar.
Además, los proyectos de Campos se van a desarrollar en el mundo de las carreras que es lo que él domina. Bien con su equipo de fórmula 3, con el campeonato mundial de turismos - con el que también ha flirteado - , o con cualquier otra iniciativa relacionada con la organización de este tipo de eventos.
Las incógnitas que se plantean tras esta ruptura, es qué va hacer Alejandro Agag con su socio Flavio Briatore, y cómo va a poder desarrollar Campos sus ambiciosos y costosos planes en un momento de crisis generalizada. La osadía del yerno de Jose Maria Aznar, es conocida en todos los ámbitos, por lo que no es de extrañar que sueñe con ser el sucesor de Briatore. Este, que tampoco se amilana, se ilusiona con el sillón de Bernie Ecclestone, que puede estar pensando en algún momento en su jubilación. El tiempo lo ira poniendo todo en su sitio, como siempre.
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