Alguien se mordía compulsivamente las uñas el pasado domingo en su coqueto salón en la localidad británica de Peterborough, al norte de Londres, mientras veía la última vuelta del Gran Premio de Brasil de Fórmula 1. Una vuelta antes, su ídolo Lewis Hamilton se encontraba en la quinta posición y tenía asegurado el título mundial. Hasta aquí todo normal. Un fanático más del piloto de McLaren deseoso de verle campeón, pero detrás hay mucho más.
Este ciudadano británico se jugaba mucho más que una satisfacción deportiva personal, se jugaba hacerse millonario con una alocada apuesta realizada diez años antes en un arrebato de impulsividad descontrolada. Hamilton hizo rico a este visionario. Un hombre que en el último año se ha embolsado 165.000 libras esterlinas (205.502,87 euros o lo que es lo mismo, 33 millones de pesetas) debido a su fe ciega en las posibilidades del piloto que en Sao Paulo se convirtió en el más joven ganador del Mundial de Fórmula 1 de la historia, superando por 122 días a nuestro Fernando Alonso.
La historia nace el 13 de mayo de 1998. El apostante, que prefiere guardar el anonimato, se encontraba insuflando ánimos a su hijo en una carrera del Nacional de karting del Reino Unido. Rápidamente se dio cuenta que entre los participantes había uno que arrrasaba por su talento. Se acercó al padre de Lewis, Anthony, y le dijo que no dudara que su hijo sería campeón mundial en una década.
Inicio en Cataluña
Hacía un año que Ron Dennis le había integrado en el programa de jóvenes talentos de McLaren y Lewis llevaba tres títulos consecutivos de karting. Su carrera estaba siendo meteórica desde el día que se sentó con 8 años en su primer kart en unas vacaciones en Cataluña. A los 10 años, tras ganar el campeonato británico de karting, acudió a la gala de la revista Autosport. Tuvo que pedir un traje prestado para acudir a la gala para recoger su trofeo. Y allí estaba el todopoderoso Ron Dennis. Lewis no se lo pensó dos veces y se acercó a pedirle un autógrafo. "Algún día correré para McLaren", le anunció sin pestañear. "Llámame dentro de nueve años", le respondió Dennis, que le entregó una tarjeta con su teléfono.
Anthony, el abnegado y obsesivo padre del campeón mundial, se quedó perplejo. Este visionario tenía más fe en su hijo que él mismo. Para demostrarle que no le estaba regalando los oídos, le pidió que tras acabar la carrera le acompañara a una casa de apuestas y le demostraría que no estaba bromeando.
Acudieron a un establecimiento de la casa de apuestas Ladbrokes, una de las más prestigiosas, y sacó de su billetera 350 libras. Al más puro estilo británico, decidió inventarse una apuesta y la casa la aceptó. Puso 200 libras a 200 a 1 a que Lewis Hamilton, un renacuajo de 13 años, ganaría su primera carrera de Fórmula 1 antes de cumplir los 23 años. Dicho y hecho. El 11 de junio de 2007, el jovencito de McLaren dejó boquiabiertos a todos al batir el récord de precocidad e imponerse en el Gran Premio de Canadá con 22 años y seis meses. Esa primera apuesta le reportó 40.000 libras (49.739,56). En ese momento se convirtió en el primer fan que se hacía rico gracias a su confianza en Hamilton.
Se comprará un Mercedes
Sin embargo, esta compensación por su increíble vaticinio sólo era la primera piedra de una pirámide de éxitos, ya que también apostó 100 libras, a 500 a 1, que sería campeón antes de llegar a cumplir los 25. En este caso ha ido sobrado, pues aunque hubiera fallado en Interlagos, le habría quedado otro año para conseguir materializar felizmente esa apuesta. Con esa visión se embolsó otras 50.000 libras (62.224,84 ).
La tercera de las apuestas era la más osada pero la más ligera en cuanto a magnitud de dinero apostado. Puso 50 libras a 1.500 a 1 a que ganaría un gran premio y sería campeón antes de cumplir los 25. El resultado fue espectacular. Ni más ni menos que 75.000 libras de ganancia (93.416,70 euros). La locura le ha salido por un pico a la casa de apuestas. En un año ha tenido que adelgazar sus beneficios en 165.000 libras (205.502,87 euros).
Un responsable de Ladbrokes reconocía que en la empresa vivieron la última vuelta "sudando". "Sabíamos lo que significaba la victoria de Hamilton, pero era algo inevitable, ya nos salvamos hace un año y esto tenía que llegar", dijo. El nuevo rico aseguró que desde el primer momento que vio pilotar a Hamilton supo que tenía que apostar por él: "Le veías pilotar y estaba claro que tenía un don especial, un talento que le iba a llevar muy lejos. Se lo dije a su padre y le reconocí que tenía tanta o más fe que él en su hijo".
La espera de diez años, por tanto, mereció la pena. Por eso, el ganador tiene pensado qué hará con parte del dinero: "Siempre quise tener un buen reloj Tag Heuer, como los que tiene Lewis, y quiero que mi familia se divierta en unas vacaciones en Cuba. Además, le voy a comprar un Mercedes a mi mujer".

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