Si el Mundial de Fórmula 1 hubiera empezado el pasado mes de agosto, tal y como sucede en otros deportes como el fútbol, habría que haber visto cómo hubiese terminado esto. Porque desde el Gran Premio de Hungría, undécima prueba de la temporada de las dieciocho que componen el calendario, el mejor piloto ha sido Fernando Alonso.
El piloto asturiano fue el que más puntos sumó en las ocho últimas carreras con un total de 48, por los 44 de Massa, los 39 de Hamilton, los 27 de Kubica y los 24 de Raikkonen. Lástima que Renault tardara tanto tiempo en encontrar un coche competitivo.
Los datos no dejan de ser sorprendentes. Un ejemplo: Alonso hizo exactamente el doble de puntos en ese intervalo de tiempo que Kimi Raikkonen con su Ferrari. A saber lo que hubiera pasado si se hubiesen cambiado los monoplazas. De hecho, ambos acabaron la temporada con el mismo número de victorias pero, claro, con coche muy distintos.
Misma comparación se puede hacer con Heikki Kovalainen y Nick Heidfeld. Los dos se vieron superados por el español en la clasificación general del campeonato a pesar de tener mejores monoplazas. Su sustituto en McLaren ganó una carrera (y gracias), mientras que el alemán no llegó ni a eso.
Fernando mostró una gran regularidad en la segunda parte del Mundial, puesto que no se bajó nunca del cuarto lugar, salvando el Gran Premio de Europa, que se vio obligado a retirarse porque Nakajima le golpeó por detrás
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