para mi,este tipo tiene toda la razon del mundo.
Hace ya tres semanas que hablábamos de la nueva posición que Ferrari está reservando para Michael Schumacher. En esa nota me había comprometido con todos vosotros (que ya he podido comprobar que sois más de tres o cuatro) a continuar martirizando a la afición con mis elucubraciones. Pues bien, con un cierto retraso que espero sepáis disculpar, quiero contaros mi último ‘briefing’ con quien a estas horas ya es nuestro común amigo, Viper. El improvisado ‘motorhome’ fue un lugar de ocio, nuestros predilectos Billares Rex, y así, entre tiradas a banda e inevitables corbatas (nuestra destreza en el noble arte del billar está aún en mantillas) salió como por carambola la disquisición que ocupará está nota.
Lo cierto es que el bueno de Viper me estaba dando una paliza considerable y tuve que recurrir a su curioso apellido, esto es, Argucia. La argucia fue enervarlo con una reflexión que en estos últimos tiempos me corroe. ¿Cómo es posible que la afición española a la F1 cuestione la figura de nuestro campeón más preclaro? En efecto, la maniobra tuvo el éxito esperado y en breves instantes estábamos enzarzados en una discusión que dejaba en salvaguarda mi deficiente estilo billarista y, sobre todo, mi derrota más que cantada.
Pero dentro de la artimaña se escondía una duda real, una interrogación que escapaba a mi escasa intuición. ¿Es Fernando Alonso merecedor de las críticas que buena parte de la afición española le dedica? Quiero pensar que, como con las nueces, es la porción menor de fruto inmaduro la que más ruido organiza. Así, no dudé en atacar la sensibilidad de mi compadre con el argumento: “Oye, Viper, ¿qué te parece lo que dice la gente? ¿Es Alonso un tipo antipático? ¿Se le ha subido el éxito a la cabeza?" Arrojada la cuestión en un momento oportuno, como no podía ser de otra manera, Viper falló la carambola minimizando mi pírrico resultado hasta ese momento. Esperaba que, como una reacción normal, intentara colocarme el taco por sombrero pero, en su lugar, Viper saltó encima de mi consulta con uno de esos arranques filosóficos a los que nos tiene acostumbrado: “Alber, España es para esto como para otras tantas cosas, como el Dr. Jekyll y Mr. Hydeâ€Â