
Cinco horas antes del inicio de la carrera en Singapur, uno de los mecánicos de Toro Rosso, de cuyo nombre ni se quieren acordar en la escudería, vio unas manchas de agua en el suelo junto al monoplaza de Jaime Alguersuari. Las limpió. Y ya está, eso fue todo. No compartió el descubrimiento con nadie más de la escudería. Ni con otros compañeros, ni con el jefe de mecánicos, ni con el director técnico, ni con el piloto, ni con sus jefes. Minutos antes del comienzo de la prueba que pudo haber consagrado al piloto catalán, alrededor de ese mismo monoplaza todo eran nervios, preocupación y piezas que volaban de un lado a otro. El radiador del agua estaba roto, perdía líquido refrigerante y había que cambiarlo a toda prisa.
El español estuvo a punto de no poder salir a la carrera, porque apenas había tiempo para realizar la reparación con las suficientes garantías. Finalmente pudieron arreglarlo, pero tuvo que arrancar desde el pit lane y sus esperanzas de lograr puntuar, de materializar la mejor actuación de su vida, se desvanecieron como el agua de aquel dichoso radiador.
El mecánico responsable de tal desaguisado fue despedido de Toro Rosso justo al finalizar la carrera de Marina Bay, en la que su víctima se tuvo que conformar con ser duodécimo.
Fuente: AS.com