El británico, el más rápido en Montmeló en un día de perros, insiste en su discurso de perfil bajo y se descarta en la pelea por el título
ORIOL PUIGDEMONT Montmeló 22 FEB 2013 - 17:15 CET
Un día de perros en Montmeló, con un frío desconocido (cuatro grados la mayor parte del tiempo) y una cortina fina de lluvia helada, no es ni de largo el escenario que las distintas escuderías que se miden en el Mundial de fórmula 1 deseaban encontrarse para cerrar la segunda y penúltima tanda de ensayos de la pretemporada. Esta jornada concentró más salidas de pista que las que se contabilizaban hasta el momento, algo comprensible por las delicadas condiciones de un asfalto empapado y tremendamente resbaladizo. El primero en comprobarlo fue Felipe Massa, que en su primera vuelta lanzada terminó en la grava, igual que más tarde le ocurrió a Esteban Gutiérrez (Sauber) y a Giedo Van der Garde, que llegó a estampar su Caterham contra el muro. Mark Webber aparcó el RB9 en medio del trazado, aunque media hora más tarde reemprendió la marcha, un parón demasiado breve para cualquier causa de fuerza mayor. Lewis Hamilton (Mercedes) terminó al frente de la tabla de tiempos, con un registro tres décimas más veloz que el de Jenson Button, su excompañero en McLaren. Jean-Éric Vergne (Toro Rosso) fue el tercero, ocho décimas más lento que Hamilton, mientras que Massa fue el séptimo, ya a más de cuatro segundos, justo por delante de Webber.
Estas cuatro sesiones son capitales porque los equipos solo disponen ahora de cinco días antes de afrontar los últimos test, que de nuevo se celebrarán en Montmeló, la próxima semana, desde el jueves y hasta el domingo. Será entonces, siempre que el tiempo lo permita, cuando las estructuras pondrán toda la carne en el asador, sacarán todo el arsenal del que disponen y lo aplicarán a los prototipos, y será en ese momento cuando uno podrá obtener una radiografía más o menos fiel del potencial de unos y otros.
Estas cuatro sesiones son capitales porque los equipos solo disponen ahora de cinco días antes de afrontar los últimos test, que de nuevo se celebrarán en Montmeló
En este punto es un poco atrevido realizar cualquier valoración previa más allá de algunas consideraciones que parecen más o menos certeras, tanto por la información que muestran las pantallas de tiempos como, sobre todo, por aquello que sale de la boca de los protagonistas. En Red Bull, por ejemplo, están tranquilos, circunstancia que incomoda al resto, mientras que Lotus ha ido como un tiro tanto en Jerez como en Barcelona, y deja entrever un salto de calidad en su E21 respecto al monoplaza del pasado curso, demasiado inconstante para aspirar al título. El McLaren es muy veloz, aunque está por ver el tiempo que tardarán los técnicos en pillarle el truco a un bólido sorprendentemente distinto al de hace un año, que fue el más rápido de la parrilla en términos generales, pero demasiado frágil.
Existen dudas acerca de si la serenidad que trata de reflejar Ferrari corresponde realmente con el estado de ánimo de la Scuderia, básicamente por la ambigüedad de las palabras que salen del taller de los bólidos rojos. Como las palabras de este viernes de Massa: "Cuando dije que este coche era mucho mejor que el del año pasado, me refería a Ferrari. no comparo este monoplaza con los demás, sino con nuestro coche del inicio del año pasado". A la vez que es prácticamente imposible saber en qué punto se encuentra Mercedes. Vettel y Alonso sostienen que Hamilton peleará por el título, algo que el chico de Tewin descarta de forma rotunda cada vez que se le presenta la ocasión. “Sebastian y Fernando dicen que probablemente tengo opciones de luchar por el Mundial, pero no creo que pueda, al menos por el momento”, respondía esta misma tarde el británico. “Está claro que ese es nuestro objetivo, pero no hay que olvidar que este coche era uno y a veces dos segundos más lento que los mejores del año pasado, y en este invierno no hemos ganado un segundo”, zanjó el campeón de 2008.
http://deportes.elpais.com/deportes/201 ... 40321.html