Raikkonen rompe el protocolo
El finlandés es un piloto único, acostumbrado a saltarse todas las normas y que apenas ha necesitado rodar para ratificar el potencial de Lotus imponiéndose a Alonso y Vettel
La brillantez que esconden las manos de Kimi Raikkonen cuando agarra el volante de un coche es directamente proporcional a la multitud de elucubraciones que le rodean cada vez que, por algún motivo u otro, no asiste a cualquiera de los compromisos que abarrotan su agenda. Ese es el precio que desde el año pasado debe pagar Lotus, aunque también es verdad que sus gerifaltes lo hacen encantados de la vida, conscientes de que disponen de una de las piezas más codiciadas de la parrilla.
El campeón del mundo de 2007 es un seguro dentro de la pista y un inmejorable reclamo fuera de ella, un gancho tan potente como para llamar la atención de un patrocinador del calibre de Coca-Cola. Después de repescarle de los rallies, la escudería de Enstone (Reino Unido) ha edificado a su alrededor un equipo de lo más solvente, un grupo bien estructurado, atrevido y con ganas de marcha, capaz de aguantarle la mirada a Ferrari y Red Bull, dos gigantes con un presupuesto que dobla al suyo (120 millones de euros). La victoria que Kimi logró ayer en Australia, punto de partida de este Mundial de F-1, por delante de Alonso y de Vettel, certifica que no basta con tener dinero para llegar al éxito, sino que, además, hay que saber cómo inyectarlo. El español y el alemán completaron un podio calcado al del último Gran Premio de Abu Dabi, aquella prueba en la que Raikkonen mandó al garete a Mark Slade, su ingeniero de pista, cuando este trataba de informarle de cómo iban las cosas. “Seguimos el plan que habíamos diseñado, realizamos solo dos paradas, y todo funcionó a la perfección. Ha sido una de las victorias más fáciles que recuerdo. Ojalá haya muchas más así”, resumió el primer ganador de este 2013.
No emplea simuladores y deja las reuniones con los ingenieros cuando no quiere hablar más
El palmarés y el pedigrí del Hombre de Hielo le ofrecen un estatus privilegiado. ¿Que no le gusta el mono que debe vestir (OMP)? Pues presiona a quien haga falta para que llegue a un acuerdo con otro fabricante más de su gusto (Alpinestars). ¿Que no se siente cómodo con su casco habitual (Arai)? Pues lo aparta y se pone otro (Bell). A diferencia de Vettel o Alonso, cuyo mundo se circunscribe en su totalidad a la F-1, él pasa de obsesiones y hace lo que le viene en gana aunque su contrato se lo prohíba. Poco antes de debutar con Lotus se rompió una muñeca haciendo snowboard, y nada más terminar el Gran Premio de Hungría salió zumbando de Budapest porque había quedado con unos amigos en ir a hacer motocrós. No emplea simuladores, busca carritos de golf para reconocer los circuitos y a menudo abandona las reuniones con los ingenieros cuando considera que ya no tiene nada más que aportar. “Dejémoslo en que no es de esos pilotos enamorados de su voz”, justifica entre risas James Allison, su director técnico.
Hace un par de semanas, en los últimos entrenamientos de pretemporada que se celebraron en Montmeló, una inoportuna gastroenteritis dejó al finlandés plegado en el hotel. Faltó tiempo para que el paddock se llenara de rumores que apuntaban a otras razones para explicar su ausencia. Independientemente de cuál fuera la causa real, este último triunfo deja bien claro que el nórdico necesita dar bien pocas vueltas para ponerse a volar si el coche que conduce está calibrado a su gusto. “Como piloto es fantástico, su ritmo es muy constante”, le piropea Alan Permane, su director de operaciones. “Nunca habíamos trabajado juntos pero había escuchado muchas historias sobre él. Ahora que le conozco debo decir que es una persona muy normal y que se ha integrado muy bien”, añade el ingeniero.
Aunque su contrato se lo prohíba, Kimi practica snowboard o motocross
A Romain Grosjean, vecino de taller de Raikkonen, la pretemporada le dio para completar 495 giros, casi el doble que él (260). En Melbourne, el francés cruzó la meta el décimo y a punto estuvo de ser doblado por su compañero. De entre todas las formaciones, Lotus fue la que menos rodó este invierno (3.527 kilómetros), a un mundo de Mercedes (5.211 km), Ferrari (4.913 km), McLaren (4.629 km) y Red Bull (4.608 km). No obstante, también fue la que mejor poso dejó cuando llegaron los simulacros de carrera, principalmente por la consistencia del E21 en las tandas largas, una ventaja capital que aún gana más cuerpo al combinarla con los nuevos neumáticos, más blandos que los anteriores y que se han convertido en el principal quebradero de cabeza de la mayoría de las escuderías. Raikkonen admitió ayer que no había hecho ninguna simulación de carrera. Ni falta que lo hizo.
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