Tras varias semanas sin Fórmula 1, el ansiado día 25 ya está a la vuelta de la esquina. Los incondicionales de las carreras tenemos esa fecha marcada desde hace tres semanas, cuando el Gran Premio de Hungría puso fin a la primera mitad de la temporada y nos mandó a un largo periodo de reflexión, un mes, hasta el regreso de la Fórmula 1. El legendario circuito de Spa-Francorchamps será en encargado de devolvernos la competición y, como no podía ser de otro modo, un largo mes ha servido para que cualquier cábala sobre lo que allí acontecerá ya haya sido mencionada, o casi cualquiera. Lógicamente, Vettel se lleva todo el favoritismo, por su gran momento de forma y la superioridad de su coche. Hamilton también es un gran aspirante, con un coche muy rápido y en franco progreso con los neumáticos. E incluso Alonso entra en las apuestas de quien espera una evolución casi milagrosa de Ferrari. Sin embargo hay un cuarto hombre al que no se puede olvidar, Kimi Raikkonen. Y es que pese a los problemas económicos que parece arrastrar el equipo Lotus, nadie puede dudar que Kimi sufre en Spa un influjo especial que le impulsa, irremediablemente, al más absoluto de los éxitos, sea cual sea su monoplaza. Ésta es la historia de Kimi Râikkönen en Spa Franchorchamps.
2001 fue la primera toma de contacto de Räikkönen con Spa en un Fórmula 1. Pilotaba para Sauber y cualquier duda sobre su supuesta inexperiencia ya había quedado atrás tras varios resultados brillantes del finés. En Spa la cosa no fue especialmente bien, ya que una avería en la transmisión lo dejó tirado en la primera vuelta tras el relanzamiento tras bandera roja, que fue provocado por un accidente de Luciano Burti. Pese a todo, Kimi nos dejó antes del parón un brillante adelantamiento a Olivier Panis en Eau Rouge. El año siguiente, y ya pilotando para McLaren, llegó la primera gran decepción belga para el finés. Logró calificar segundo, pero problemas de motor le lastraron hasta hacerle abandonar a diez vueltas del final. En 2003 la cita belga se cayó del calendario, precisamente en una temporada en la que Räikkönen perdió el mundial por dos puntos. ¿Qué habría sucedido de haber podido correr en su circuito talismán? Quien sabe. Lo cierto es que en 2004 iba a comenzar una racha legendaria.
Reinado belga
El MP4-19 diseñado por Adrian Newey era un mal coche. No tenía ni velocidad ni fiabilidad y eso había provocado que Raikkonen solo hubiese podido sumar un podio en toda la temporada. Y en Spa no parecía mejorar la cosa, ya que el finés se había colocado séptimo en parrilla. Por delante, Ferrari, dominador de todo el año, y Renault, dominador puntual de ese Gran Premio, parecía que iban a disputarse la victoria, pero Räikkönen tenía otro plan. Una gran salida le colocó quinto, y poco tardó en pasar a Schumacher y a su compañero Coulthard para ponerse tercero, justo por detrás de los dos Renault. Un fallo mecánico de Alonso y una mala estrategia de Trulli propiciaron el resto. Raikkonen ya iba líder en la vuelta doce. El caos siguió afectando a una carrera cargada de accidentes y averías, pero esta vez Kimi estaba al margen. En las últimas vueltas un Michael Schumacher que estaba ganando su séptimo campeonato intentó celebrarlo con la victoria, pero el finés no cedió a los ataque de El Kaiser y dio comienzo a su reinado belga.
2005 cambió algo. El coche era igual de poco fiable, pero al menos era rápido. Cuando conseguía llegar a meta era difícil de batir. Con Fernando Alonso, su rival por el título, pudiendo proclamarse ya campeón, se llegó al Gran Premio de Bélgica. Era un intento desesperado de recortarle puntos al líder y el escenario, Spa mojado por la lluvia, no podía ser mejor. Montoya lideraba la carrera, pero a doce vueltas del final no pudo seguir conteniendo los ataque de su compañero, que lo pasó en boxes y se llevó su segundo triunfo en Spa, esta vez bajo la lluvia. Y, aunque una calamidad de Montoya con un doblado permitió a Alonso ser segundo, al menos pudo retrasar una carrera el primer entorchado del español.
Una vez más, Spa desapareció del campeonato para la temporada siguiente, 2006, cosa que nos impidió ver que podía hacer Räikkönen con un coche que en toda la temporada no había logrado ninguna victoria. Por suerte para 2007 el Gran Premio de Bélgica estaba de vuelta y Ráikkönen, ahora en Ferrari, estaba preparado. La cita venía envuelta en la guerra de espionaje entre la marca italiana y McLaren, y justo horas antes de la carrera los ingleses fueron descalificados del mundial de constructores. Pero por su parte Kimi, ajeno como siempre a toda polémica, estaba plenamente centrado en dominar un Gran Premio que lideró desde el principio, desde la misma pole. Un repaso total que colocaba a Raikkonen a trece puntos de Hamilton y once de Alonso, acechando a los McLaren en busca del primer campeonato que, finalmente, consiguió en Brasil. Tras tres victorias seguidas nadie dudaba de su favoritismo en 2008, pero el destino le tenía reservada una jugada distinta.
Duelo con Hamilton
Räikkönen salía cuarto, con todos sus rivales por delante, y parecía que en deprimente año 2008 ni siquiera en Spa Kimi iba a poder sacar su magia, pero nos equivocábamos. La lluvia había vuelto a aparecer, y en la salida ya se deshizo sin dificultades de su compatriota Kovalainen. No mucho más tardó en quitarse del medio a su compañero Felipe Massa, a quien pasó en la recta tras Eau Rouge. Y en el inicio de la segunda vuelta aprovechó un error de Hamilton para pasarlo y colocarse líder de carrera. Räikkönen lo había vuelto a hacer, como si algún hechizo especial le ligase a este trazado. Se escapaba en solitario con la pista cada vez más seca, pero a dos, solo dos, vueltas del final todo saltó por los aires. Volvió la lluvia y Hamilton, que rodaba a unos cinco segundos, se le echó encima. Mediante un adelantamiento posteriormente declarado ilegal por la FIA Lewis se colocó líder, con Räikkönen persiguiéndole. Ambos se enzarzaron en uno de los duelos más vibrantes de los últimos tiempos, pero Raikkonen, desconociendo que Hamilton iba a ser penalizado, forzó más de la cuenta y acabó contra el muro. Finalmente fue sobre Felipe Massa sobre quien recaería el triunfo. La racha de Raikkonen se había terminado, y todo porque la lluvia no quiso aguantar apenas cinco minutos más. Para el recuerdo quedaba un duelo memorable y para el futuro las ganas de resarcirse.
Iba a ser muy difícil ganar con el coche de 2009. El cambio de normas había pillado a Ferrari a contrapié y el nuevo monoplaza era inconducible. Sin embargo Spa siempre es especial para Räikkönen . Con Luca Badoer colocando el Ferrari en la última posición de la parrilla, y a seis décimas del penúltimo, el finés iba a partir sexto, por detrás de algunos invitados inesperados como Fisichella, Trulli o los BMW. Tras una salida prodigiosa y polémica a partes iguales, Ráikkönen se puso segundo tras el Force India de Giancarlo Fisichella, que se lanzaba a por la primera victoria del equipo en Fórmula 1. El Safety Car salía a pista por un accidente entre Grosjean, Button, Hamilton y Alguersuari durante la primera vuelta que había dejado el trazado bañado de trozos de coche. Tras la marcha del coche de seguridad Räikkönen no tuvo piedad. Utilizando su tecnología KERS, que no poseía el Force India, adelantó a Fisichella y se colocó líder de carrera hasta el final, con el italiano pegado pero sin poder sobrepasarlo. Al final todos contentos, Kimi había logrado la primera, y única, victoria del deplorable F60, además de ganar por cuarta vez en Spa y olvidar el recuerdo de 2008. Por su parte Fisichella, pese a ser segundo, se ganó la oportunidad de pilotar el resto de carreras para Ferrari, en sustitución de un Luca Badoer que había vuelto a ser último, y por mucho, con el coche ganador.
Era Lotus
Tras dos años de probar nuevas aventuras, Räikkönen regresó el año pasado a la Fórmula 1 con el equipo Lotus y, como siempre, ahí estaba esperándole a principios de septiembre el circuito de Spa, su fetiche y talismán, el viejo Spa tal y como él lo recordaba. Con un bagaje de cuatro victorias y tres abandonos, todos esperaban espectáculo de Kimi, y vaya si lo dio. Salía tercero, y para su fortuna logró evitar la escabechina que su compañero Grosjean organizó en la salida. Su coche adolecía de ritmo, y tanto Button como Vettel eran demasiados rivales para él. Su lucha era por el podio con Michael Schumacher, y en una maniobra para la historia el finés se deshizo de su viejo rival en la curva más mítica del campeonato, Eau Rouge, a toda velocidad y con el pedal a fondo. Kimi lo había hecho. No iba a ganar, pero iba a volver a estar en el podio de Spa, de su circuito.
Schumacher y Senna han ganado allí más veces, seis y cinco respectivamente, y Jim Clark cuanta las mismas cuatro que Räikkönen. Este año será una nueva oportunidad de colocarse junto al mito brasileño como rey del circuito estrella, como maestro entre maestros. Unos apuestan por Vettel, otros lo hacen por Hamilton, incluso hay quien se acuerda de Alonso o de Rosberg. Pero no convendría olvidar al grande entre los grandes, a quien ganó con el MP4-19 y con el F60, a quien pasó en Eau Rouge a Schumacher, a quien acabó en el muro por ganar un duelo contra nadie, a Kimi Räikkönen. El hombre de hielo es Mr. Spa.
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