Vettel, con el mínimo esfuerzo
El alemán alcanza su quinta 'pole' del año tras marcar un gran registro en su primera y única vuelta lanzada, desistiendo de un segundo intento
Sebastian Vettel se mordisqueaba levemente el dedo pulgar. Mitad pose, mitad tensión. Quizás mayor dosis de lo primero. En Red Bull dieron por hecha la quinta 'pole' del alemán cinco minutos antes de que concluyese la clasificación. No hubo segundo intento y 'Seb', que aguardaba instrucciones en su monoplaza, entregó algo sorprendido su volante para confirmar su primer puesto de la parrilla por el monitor de su garaje. Sólo respiró tranquilo cuando vio que Nico Rosberg, el único adversario de la noche, cruzaba la meta con una décima de retraso. Mientras Fernando Alonso, como cada sábado, volvía a detenerse lejos de los favoritos. Séptimo, a un segundo de Vettel. Encomendándose, una vez más, a otra gesta de domingo. [Así queda la parrilla de salida]
Antes de bajar de su Red Bull, con más de medio segundo sobre Rosberg en el bolsillo, se sinceró por radio: "Aún puedo mejorar una o dos décimas más". Sería tomado por una bravuconada si el mensaje, que debió dejar aterrorizado a más de uno, no hubiera salido de las fauces de Sebastian Vettel. Sin embargo, con tiempo suficiente para dar una o incluso dos vueltas por las calles de Singapur, el alemán quitó el volante y se apeó, sin mucha prisa, quizás no muy convencido, de su bólido. Su escudería estaba confiada en que ese registro de 1:42.841 resultaría suficiente para comandar la parrilla. Y así fue. Pese a los gestos de tensión de 'Seb', la 'pole', su quinto golpe del año y 41º del curso, se hizo realidad.
A pesar del empeño de Nico Rosberg, al que el mensaje por radio de Vettel debió resbalarle. Su Mercedes, sin el Red Bull en pista, se lanzó tras una sorpresa imposible, tratando de sonrojar a la escudería energética. Pero todos sus anhelos quedaron a menos de una décima. Fueron 91 milésimas las que lo separaron de su compatriota y permitieron respirar aliviados a los chicos energéticos, que tragaron saliva al unísono cuando el reloj se puso a cero y no hubo amenaza alguna sobre la pista. Porque Romain Grosjean, tercero, a dos décimas, nunca lo fue y Mark Webber, cuarto, a tres, nunca opuso oposición.
Batallas de altos vuelos en las ni está ni se le espera en lo que queda de temporada a Fernando Alonso. Su Ferrari también se la jugó a una sola carta, en los últimos cinco minutos. Conservando energías y gomas para la carrera. Y, finalmente, dando por bueno el séptimo puesto desde el que vivirá la enésima remontada. De nuevo con su compañero Felipe Massa, que irá por libre en las siete carreras que restan en el calendario, por delante. "La vuelta fue perfecta. Hicimos lo máximo y toca volver a hacer una carrera perfecta", explicaba el asturiano aún sudoroso por el esfuerzo.
Alonso regresaba a su garaje pensativo. Preparando otra nueva escalada. Mientras su próximo compañero de fatigas, Kimi Raikkonen, 13º, eliminado en la Q2, que apenas tardó un parpadeo en ponerse sus bermudas de cuadros esquivaba los focos nocturnos de Singapur tras unas enormes gafas de sol. Sin preocupación alguna en su cabeza. Ya tendrá tiempo de pensar en 2014...
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