TESTIGO DIRECTO
Ni tapones ni F1
Hay pocas señas de identidad que hayan sido tan rentables en la F1 como el sonido de sus máquinas. Ese es un capital que el Gran Circo ha explotado durante décadas, sinónimo de riesgo y velocidad. Una especie de flauta de Hamelín que atraía por igual al público de la pelousse o al de los palcos vip. Una música que hechizaba y que parece que ha tocado a su fin.
MARCA estuvo dos horas a pie de pista en Jerez, para intentar desentrañar cómo serán las carreras de esta nueva F1: la ecológica, la de los 100 kilos de gasolina por carrera, la de los complicados sistemas de recuperación de energía, la de la búsqueda de la fiabilidad absoluta, con sólo cinco motores por temporada.
EL DATO
93
vueltas en el debut. Mientras que el año pasado fueron 656 y 711 en 2012
La primera impresión, viendo 10 vueltas a cámara lenta de Kimi Räikkönen con el nuevo Ferrari, es que los tapones en los oídos, otrora imprescindibles a escasos metros del asfalto, ya no sirven para nada. Aquel bramido que aturdía y traspasaba el tímpano es hoy un gruñido ronco y ahogado, con un sonido de fondo de turbina, al estilo de la de un avión cuando apaga sus motores en la terminal. Otra cosa, pero nunca F1.
De felinos a gorrinos
El sonido es sólo un apunte. Una nota nimia que no puede definir el desastroso estreno que tuvo ayer la era del motor 1.6 turbo. Por ser suaves, fue una lamentable procesión de coches horrendos, ridículos, perezosos y frágiles. La constatación de que los felinos se han convertido en gorrinos. Tienen problemas hasta para salir de los boxes y no digamos para negociar una chicane. No parecen coches de competición en su comportamiento, torpes, dubitativos y toscos.
Los inicios son siempre complicados y era de esperar problemas de fiabilidad de juventud. Pero lo de ayer traspasó los límites. De 10 equipos presentes, sólo seis pudieron completar su paso por meta en ocho horas de actividad. De las 656 vueltas que se completaron en 2013 en la primera jornada se pasa a 93 en 2014.
Caterham hace daño a la vista
Pero el premio a lo más antiestético visto nunca en un circuito se lo llevó el nuevo Caterham. Su nuevo morro es sencillamente indescriptible. Es un falo que emerge de una pirámide truncada. Los chistes que aludían a penes o formas similares no tuvieron fin en las redes sociales. Fue una jornada grotesca, que posiblemente se recordará entre risas dentro de un par de meses, cuando se inicie la carrera de Australia. O no.
http://www.marca.com/2014/01/29/motor/f ... 95633.html