Efectivamente.
Si la F1 nos importara un carajo, nos la traería al pairo todos los cambios que hayan adoptado, adopten o puedan adoptar.
No nos gusta la deriva que lleva, sea quien sea el que maneje su timón.
A mí, particularmente, me importa un bledo si los monoplazas consumen 10, 100 ó 300 litros por GP. Lo que quiero es que sus motores alcancen sus máximas cotas de prestaciones y que, si es necesario, las sobrepasen.
¡Joder! pero qué manía de ponerle límites al rendimiento de un elemento vital e irrenunciable para esta categoría de la competición automovilística.
Qué manía de forzar a los fabricantes de neumáticos a hacer el papelón de suministrar compuestos que se desintegran a los 50 Km y dejan la pista llena de mierda, cuando está claro que podrían hacerlo mucho mejor.
Y como esto, muchas cosas más que no merece la pena mencionar por no querer redundar en cosas que ya se han dicho hasta la extenuación.
Ya lo he dicho en alguna ocasión:
Esta F1 es una mierda pinchada en un palo y no es cosa de este año.
Esta F1 lleva de un tiempo a esta parte inmersa en un proceso de degradación y parece que, poco a poco, nos hemos ido acostumbrando a ello y la hemos ido asimilando.
Y todo esto...¿por qué?.
Pues no lo se, pero una de las razones a mi modo de ver de tanto cambio, es la de propiciar lo que cada vez oigo más a menudo y de más gente: "lo más importante para el espectáculo de la competición son los adelantamientos".
Ahí reside, creo yo, la fuente de todos estos males.
El verdadero espectáculo de la F1, mal que le pese a alguno, no son los adelantamientos.
Los adelantamientos pueden ser la sal y la pimienta pero no constituyen el plato en si.
Prefiero mil veces una carrera en la que los bólidos se comportan como tales aunque no haya adelantamientos a otra en la que los múltiples adelantamientos los hagan coches que a veces parece que van a cámara lenta