La mala cabeza de Lewis
Hamilton debe cambiar de actitud pese a su victoria en el circuito de Silverstone este domingo. El británico debe analizar su comportamiento en la última criba de la cronometrada
JOAN VILLADELPRAT 6 JUL 2014 - 19:45 CEST5
Si hace un par de meses pensaba que Lewis Hamilton había madurado y dejado atrás aquellos vicios que le acompañaron en sus primeros años en la F-1, el británico ha protagonizado algunos acontecimientos últimamente que me llevan a rectificar parcialmente. Aunque este último abandono de Nico Rosberg vuelve a apretar las cosas, le diría a Hamilton que, por su bien, mejor centre sus esfuerzos en analizar su comportamiento en la última criba de la cronometrada (Q3). En ella reapareció el viejo Hamilton, aquel que era capaz de mostrar el increíble talento que posee e hipotecarlo todo luego. En esta ocasión, lo que le condenó fue su arrogancia.
El piloto de Tewin poseía la pole provisional después de la primera tentativa de vuelta rápida, cuando realizó la segunda intentona. Detrás de él, a pocos metros de distancia, Rosberg, que en aquellos momentos tenía el segundo mejor registro, hizo lo mismo. Al comprobar el estado del asfalto, aún húmedo y tras un primer parcial en el que perdió más de un segundo en relación con su mejor giro, Lewis decidió levantar el pie y abortar, y se apartó a un lado para no entorpecer a Nico —por radio le dijeron que si no creía poder mejorar, no estorbara a su vecino—. Creer en uno mismo es muy bueno, pero en este caso Hamilton cometió un error al pecar de soberbia. Mientras él regresaba al garaje, Rosberg seguía rodando al máximo sin rendirse, y ese empeño tuvo como recompensa su cuarta pole de la temporada. ¿Y cómo lo hizo? Pues recuperando tres segundos en el último sector, cuyo cemento se había secado y estaba en muchas mejores condiciones. Una buena lección para Hamilton, que salió el sexto. Hará bien en tomar buena nota si no quiere poner en riesgo las opciones que le quedan de conseguir el título.
Creer en uno mismo es muy bueno, pero en este caso Hamilton cometió un error al pecar de soberbia.
En estos momentos, quien lleva la batuta es Rosberg, que emplea todo lo que tiene en su mano para sacar el máximo partido de todo aquello de lo que dispone. Se vio en Mónaco, donde se impuso tras adjudicarse la pole a partir de una maniobra que sacó de quicio a su oponente —aparcó en una escapatoria y le impidió optar a ella—.
Yo creo que Nico es consciente de que está compitiendo con alguien que a una vuelta es más rápido que él. Pero eso le mantiene alerta porque sabe que no puede pasar por alto ninguna oportunidad que se le presente. Es la única opción que tiene de alcanzar la que sería su primera corona. Hamilton está convencido de que tiene más talento, pero debe saber que en un Mundial en el que los dos principales candidatos llevan el mismo coche, eso puede no ser suficiente si se deja llevar con actitudes como la de este sábado. Si no tiene más cabeza, su talento puede no ser suficiente para ganar a su compañero, que al mismo tiempo está ganando en seguridad porque se está dando cuenta de que es capaz de manejar la situación y llevarla a su terreno.
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