El plan de Alonso es Mercedes
Le gustaría conducir el coche más codiciado, pero lo más probable es que acabe en McLaren
Fernando Alonso, durante el pasado GP de Rusia
Funciona un sobreentendido en la Fórmula 1, aplicable a cualquier negociación en marcha. «Si los contratos se rompen, ¿qué valor pueden tener las declaraciones públicas». Nada es lo que parece en esta caravana ambulante que transita de un continente a otro a salto de fin de semana. Y de nada valen las afirmaciones, enunciaciones o confesiones cuando aparece en escena su majestad el dólar. Fernando Alonso se marcha de Ferrari, como recordó el miércoles Montezemolo, y en la visión futurista solo hay tres equipos que puedan acoger al doble campeón del mundo. Mercedes, la escudería codiciada por todos porque gana; Red Bull, con dos pilotos confirmados para 2015; y McLaren, antigua residencia de Alonso y que se embarca en una aventura incierta con Honda. Por ese orden los prefiere el español, aunque es probable que la tendencia se invierta. McLaren parece el mejor colocado para recibirlo.
Para entender el presente hay que revisar la historia, sugieren los clásicos. Y la fractura de Alonso con Ferrari tiene que ver con las sensaciones, con esos intangibles que se perciben por la piel. Aseguró Montezemolo en la Rai que el asturiano «se había cansado de no ganar».
Nadie se enfadaba
El asunto se entiende de otra manera por parte de Alonso. Ferrari ha perdido el gusto por ganar, cuentan en su oficina. Ya nadie se enfadaba en el circuito y luego en Maranello por cada escarnio de Mercedes o Red Bull, siempre varias leguas por delante. Cada afrenta en la pista dejaba al ovetense sin consuelo, enojado con el mundo. No tanto a Ferrari, una escudería legendaria que convirtió perder en una escena costumbrista de resignación.
Una evidencia son las notas de prensa del equipo italiano. Cortadas habitualmente por el mismo patrón, incidían en la necesidad de seguir trabajando, empujando, colaborando para salir de un atolladero al que no se adivina fin. Nadie, ni Domenicali en su versión conciliadora ni Mattiaci —el nuevo jefe—, propuso dar un golpe en la mesa a través de otro tipo de proclamas o intervenciones directas. Ferrari se ha amodorrado. Raikkonen, el fichaje que debía reactivar a la escudería, se quejó en el último GP después de meses de inacción: «El problema es el coche, no soy yo». Nadie le ha llamado la atención por quedar por detrás de su compañero de manera sistemática o por llevar casi cien puntos menos en 16 carreras. Con Alonso ha sucedido todo lo contrario. Le han afeado la conducta y determinadas manifestaciones públicas en conversaciones privadas.
Al asturiano, como a todos los pilotos, le encandila Mercedes. La marca alemana ha cogido el carril tecnológico del éxito y, en vista de que no se prevén cambios en la normativa, es probable que domine unos cuantos años como hizo Red Bull. De momento, y según los documentos firmados, el piloto no tiene sitio por ahí. Rosberg ha renovado por tres cursos más y Hamilton está negociando otra prórroga (termina en diciembre de 2015). Salvo vuelco total, debe mirar en otra dirección.
Red Bull, cuyo coche es el segundo de la parrilla, tiene a Ricciardo y ha ascendido a Kvyat desde Toro Rosso. Helmut Marko, el ideólogo del emporio, asegura públicamente que Alonso no entra en sus planes porque Red Bull promociona a sus canteranos.
Queda McLaren y su principal inconveniente, su jefe Ron Dennis, aquel contra el que chocó Alonso en 2007 en clara incompatibilidad de caracteres. La escudería inglesa se fusionará con el gigante japonés Honda, que sería feliz si recluta al español. Sus pilotos de 2014, Button y Magnussen, no han sido ratificados para 2015. McLaren le abre la puerta a Alonso, aunque este solo quiere volver por un año.
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