Comentarios del "viejo" Ferrari...

Así se formó y evolucionó la categoría reina del automovilismo.

Comentarios del "viejo" Ferrari...

Mensajepor Joselo » 18 Marzo 2016, 00:35

Me tope con una vieja revista CORSA que va rumbo a cumplir 40 años (1979). Esto es para que los que saben poco y nada de su propia fuente, de su propia boca, para que tengan aunque sea un pequeño semblante de la filosofía del “viejo”, porque el público se renueva y estas cosas generalmente no :wink: … estoy hablando de Enzo Anselmo Ferrari. Como decía, allí hay una entrevista que se hizo en su reducto de Maranello y dice así :




He aquí un “gran viejo”, en Febrero cumple 82 años, y está apenas un poco más pequeño, con la piel un poco más blanca y más arrugada. Nadie desde tiempos inmemoriales ve sus ojos. Permanecen ocultos tras un par de lentes oscuros, impenetrables y severos. También él es severo. Es un hombre que no habla de sí mismo casi nunca. A menudo dice : “Los hombres pasan, quedan las acciones que han realizado”. Si esto es verdad, entonces sus automóviles hablan por él. Según una encuesta reciente, los italianos más conocidos son Cristóbal Colón y Enzo Ferrari.

El se siente orgulloso de éste hecho. No ha asistido a ninguna escuela, pero desde 1960 es ingeniero “Honoris Causa”. Le han otorgado también un título de “Commendador de la República”. Sin embargo, pide perentoriamente que se lo llame solamente Ferrari. “Si voy a la peluquería encuentro cien doctores y cien comendadores… en cambio Ferrari hay uno sólo, yo”.

Está sentado un su estudio, en su fábrica, donde entra puntualmente cada mañana, descendiendo de un automóvil oscuro, profesional, construido por FIAT. Recibe poquísima gente, hace muchos llamados telefónicos, rechaza todas las invitaciones. Nunca acude a las recepciones, nunca participa de reuniones fuera de su estudio, no asiste siquiera a las carreras donde compiten sus “Ferrari”. Este es su reducto, su vida entera. En medio de una sala no muy grande, con las paredes azules, las ventanas cerradas de vidrios opacos, las fotografías de sus bólidos sobre las paredes. Enfrente, colgado del muro sobre tres rosas de cirtsal blanco, rojo y verde, iluminado permanentemente, tiene el retrato de su hijo “Dino”. Enzo Ferrari aún habla de su hijo muerto muy joven con un dolor sordo, poderoso. No pide consuelo. Nadie ha podido jamás decirle “ánimo”, ni siquiera en los momentos más terribles de la enfermedad de Alfredo, “Alfredino”, “Dino”. Se siente orgulloso de contar con un sacerdote, mientras “Dino” se estaba muriendo, le dijo . “rece”. Pero él no sabía rezar. En su durísima vida las plegarias nunca habían hallado un lugar. “Puedo pedirle a Dios cualquier cosa, -le respondió- pero no rogársela”. Ya que ni un milagro podía salvar a su hijo, Ferrari le pisió a Dios poder llegar a ser bueno. “No sé si lo he logrado, pero puedo decir que he hecho todo lo posible para frenar mi egoísmo. Soy muy egoísta. Pero todos son egoístas, es un mal común a todos los hombres. ¿Por qué creen que corren los campeones del automovilismo?. Por egoísmo : buscan sobre todo alcanzar el primer premio, que consiste en una gruesa bolsa de dinero. En segundo término, estos hombres deben y quieren demostrar al constructor que son los mejores. Todo el resto es pura fantasía. Mientras corren, quieren alcanzar tan sólo esto. Y por esto, que ni siquiera es una expresión elegante del egoísmo, muchos pilotos han perdido la vida. Hay muchos pilotos que han perdido la vida por estas cosas : ¿no lo sabe? Y por eso, no trato de retener ni siquiera a los pilotos inteligentes. La vida, creo, debe arriesgarse por cuestiones nobles, no para llegar primero a cualquier precio. Niki Lauda me gustaba muchísimo, al menos hasta cierto momento (o sea, mientras se quedó a mi lado), porque sostenía que apretaba el acelerador hasta lo que se permitía hacerlo. Si tomaba una curva a 300 Km/h., no lo hacía antes de haber calculado a la milésima sus posibilidades y sus fuerzas. Si tenía la más mínima sospecha de estar arriesgándose más allá de lo conveniente, ni siquiera lo intentaba”.

Ferrari es, sin duda alguna, un hombre riquísimo, pero no vive como un rico. Vive solo, en una gran casa en el centro de Módena, adonde retorna solamente por la noche para cenar y acostarse. Durante el día vive aquí. Para hacer una pequeña siesta y comer un bocado, cruza a la vereda de enfrente y va a una cantina. Es una cantina de la cual él es prácticamente el dueño. Tiene su mesa, su vino, su menú fijo : pastas condimentadas xon una salsa roja que sale de una botella misteriosa, un poco de queso, verdura cocida, un vaso del “lambrusco” que proviene de sus viñas.

Al lado de la pista de Fiorano, donde los bólidos realizan las pruebas todos los días, hizo construir un chalet hermoso, con una chimenea y un hermoso comedor muy serio para muchas personas. Aquí recibe a sus huéspedes de honor : sheiks, petroleros, herederos, divos del cine y de la canción. La adquisición de un Ferrari bien vale un almuerzo y un poco de charla. “Casi toda esta gente viene aquí para comprar un automóvil, y luego casi lo olvidan por seguir con la vista a los pilotos que hacen las pruebas”. Es suficiente con abrir la ventana, en efecto, para encontrarse con la pista en medio del fragor de los motores y la velocidad de los bólidos rojos. El ni siquiera se molesta. Junto a la chimenea tiene una serie de monitores en los que puede observar cualquier cosa en el mismo momento en que está sucediendo, sin moverse de su sillón. Los domingos, cuando sus “fórmula 1” giran por el mundo, el permanece sentado aquí. Pero no mira la televisión, ni siquiera escucha los resultados en la radio. “Espero un llamado telefónico, alguien, después de la carrera me llama en seguida”. Nunca va personalmente a un box. Hace muchísimos años que ha dejado de hacerlo. Sufría demasiado. “Si la llamada me comunica el resultado de una victoria pido inmediatamente que me den con el piloto”. ¿Y si el resultado es desfavorable? “Si la cosa sale mal es fácil imaginar lo que sucede”. Todos conocen la ira silenciosa y tremenda del “viejo”. Y luego también están las imágenes de las tragedias. ¿Qué hace el “viejo” cuando le llegan noticias de alguna tragedia? “Mejor no habar de eso”, responde cortante.

Continuará…
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Re: Comentarios del "viejo" Ferrari...

Mensajepor Joselo » 18 Marzo 2016, 01:08

Hay una profunda, tremenda, invencible indiferencia en este hombre que ha trabajado tanto durante toda su vida, Ferrari no cree en los hombres. "Se que tengo muchos amigos pero no conozco ni siquiera uno. Daria cualquier cosa por conocerle la cara. Conozco a mis enemigos, que son muchìsimos. Pero los que me aprecian ¿Donde estàn?. He recibido millones de cartas de gente desconocida. Chicos, emigrados, enfermos obligados a ver las carreras por television o a escuchar su relato por radio. Me han escrito: "Gracias. Usted no sabe cuanta alegrîa se siente cuando una Ferrari vence una competencia". Antes de arrojar estas cartas, estuve tentado de buscar a quien me hab?a escrito. Tantas veces he estado tentado de responder a un chico, a un emigrado: "Gracias a ti. Encontrêmonos. veâmonos, mirèmonos cara a cara". ¿y despuès? "Y despuès no he hecho nada soy pasional, impulsivo, extrovertido. De golpe, querria hacer todas las cosas que me dictan mis sentimientos, mi instinto. Pero, al mismo tiempo, entra y vence en mi la razòn. ¿Por que hacerlo?, me digo. Buscar alguno que me ha escrito y que ahora probablemente tiene otras mil cosas en su cabeza". Y con estos razonamientos, con esta desconfianza, Ferrari se ha quedado solo. Ciertamente, alguno lo quiere. "Debo confesar que nunca he sido capaz de tomar la mano de quien me la tendìa. Y ni siquiera he tendido la mia a quien la necesitaba. He dado trabajo, no calor humano. Y esto no ha sido siempre a causa de esta indiferencia, sin tambièn de la timidez, del pudor. Este es mi pensamiento; "Cualquier cosa buena que hagas es interpretada de manera errònea por los demàs".

Esta dureza interior, mezclada con un sufrimiento sin cinismo, que produce como resultado una soledad absoluta, viene de lejos. Enzo Ferrari nacio en Modena, de padres pobres. Su padre tenia pasion por los motores y Enzo la heredo. Enzo tenia tambien u gran deseo de cantar en las operetas. "Tenia una buena voz", recuerda. Pero nadie lo ha escuchado cantar desde que llego a ser poderoso. Eligio dedicarse a los automoviles con su padre. "Luego vino la guerra, me enrolaron; fue un periodo muy duro y, entretanto, tambièn en mi familia ocurrieron cosas tremendas". Su padre y su hermano murieron. Cuando Enzo regreso del frente, ya no tenia nada. "Entonces fui a trabajar a Turin. Me habìan dado una carta de presentaciòn para la FIAT, creì que me aceptarìan, pero no fue asi. Sufrì muchas humillaciones y mucha hambre. Ahora recibo continuamente invitaciones para almorzar, pero no voy a ninguna, cuando tuve hambre, nadie me invito, asi estamos a mano".

Habla claro, sin reticencias, sin pudores. Lo unico que calla es su mejor parte, que pocos conocen. Ferrari es un gran benefactor de hospitales, subvenciona investigaciones en el campo de la medicina, ayuda a muchos niños huerfanos de su ciudad. "La bondad debe ser absolutamente anónima". Por eso no habla de esto y trata de no conmoverse. Ferrari ha, desde hace mucho tiempo, dividido en mundo en dos : los que han sufrido y los que no han sufrido. Para el, quien ha pasado a traves del negro tunel del sufrimiento sin haberse destruido, tiene derecho ha su solidaridad. "Cuando entro en un hospital o en un cementerio tengo el poder de anularme". En las carreras de autos y en la vida esta de parte de los vencedores. Pero frente al sufrimiento de un humilde, de un desconocido, de un niño, su corazon se enternece. "Reencuentro mi humanidad. Un hombre con la existencia mutilada", se define a si mismo, observando el retrato de su hijo. ¿Cuantos otros dolores lacerantes no le permitiran un apice de alegria?. "¿No basta la muerte de un hijo para envenenar toda la vida de un hombre?". En realidad, la victoria de su "Cavallino", simbolo universal de la Ferrari, no es mas que un punto luminoso sepultado inmediatamente por la conciencia de que, en suma, mañana se comienza otra vez para ganar una nueva etapa. "No son estas las verdaderas alegrìas de la vida y si son alegras, son terribles".

En Maranello, donde corredores, mecanicos, constructores, ingenieros, operarios y empleados lo ven llegar cada mañana, puntual y taciturno, han aprendido a no aprovecharse de èl. "Soy un hombre que inspira confianza. En Ferrari he llevado a la fama nombres que de otro modo hubiesen permanecido en la sombra. Pero no perdono si alguien abusa de mi buena disposiciòn. Esta misma disposiciòn siempre ha sido un arma contra quien se aprovechaba de mi confianza". Su fama de "duro" no conoce fronteras. Muchos han sido liquidados por Ferrari con una sola palabra. "No es cierto cada uno se destruye a si mismo. Y eso se logra facilmente; basta con no ser sincero, con traicionarme".

A los 82 aun conserva el complejo de lo que el llama "ignorancia" por el simple hecho de no haber jamas podido ir a la escuela. "Me siento inferior cuando escucho a uno de mis mecànicos hablando en ingles con alguno de los pilotos. No conozco ninguna lengua, y no conozco tantas otras cosas. Eso me desagrada realmente. Si pudiese volver a nacer y se me diera permiso, pedirìa algunas cosas, la primera seria la de no haber nacido pobre como he nacido. Si no hubiese sido pobre, habrìa ido al colegio y me habrìa sentido mas seguro" ¿Pediria alguna otra cosa? "Dos cosas mas, nacer huèrfano, porque el dolor de perder los progenitores es tremendo, no te abandona nunca en toda tu vida. Y nacer estèril. No querrìa tener hijos. Porque teniendo hijos, se corre el riesgo de perderlos. Y la muerte de un hijo es la cosa mas atroz que pueda ocurrirle a un hombre. Yo lo he sufrido y aun conservo los rastros". Este es Enzo Ferrari. "Un hombre que no serà jamàs conocido porque, quien escribe acerca de mi nunca ha mirado el fondo de mi corazòn". Un vencedor y un descontento al mismo tiempo, en quien esto ultimo ha dejado mas señales que mil victorias. Un dominador temido y respetado, que en realidad no ha podido jamas dominar lo que mas ha temido, la muerte, la soledad, el dolor. "Quien se ilusiona, de este modo, con poder dominar es un necio. El mundo es una penitenciaria donde nosotros somos los reclusos. Los barrotes de esta gran prisiòn se llaman egoismo".

Ahora, mas cansado que antes, mas solo que antes, permanece sentado, vestido de azul en medio del estudio azul. Por las ventanas cerradas entra, prepotente, el rugido de los motores. "Cuando no se mas Presidente de Ferrari podrè quedarme màs tiempo en casa. Pero no sabrè que hacer. Vengo aquì porque necesito compañìa . Por otra parte, a mi edad, la muerte me esta pisando los talones y me gustaria terminar aquì, entre estos muros".
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