LA PARADOJA DE LA FÓRMULA 1 ACTUAL
"Fernando, ahora tú solito, macho...". "¿¡Einnnsss!? Pero ¿¡qué dices!?"
La Fórmula 1 se ha encontrado con la paradoja de haber creado los coches más sofisticados de su historia, mientras los pilotos se les impide su gestión desde boxes. Y ahora ¿qué?
Foto: Eric Boullier con Yasuhisa Arai, ex de Honda, durante la temporada pasada.
Eric Boullier con Yasuhisa Arai, ex de Honda, durante la temporada pasada.
“Capcom: Roger. Interesante. Mucho. Ve a KILO.KILO. CMP: Hey, es ahora y el numéro uno se extiende. Campcom: Roger. Lo tenemos, y confirmamos que está por debajo. Ve a KILO, ve a KILO. CMP: El modo es ahora a HM. Grabación apagada. Pierdo un poco de comunicación. Ok, está BRAVO, BRAVO, selecciona OMNI. No te lo vas a creer, estoy al límite en Orientale…”.
La anterior es una transcripción real de una conversación entre el control de la Nasa en Houston y los astronautas del Apolo 17. No cabe negarle ciertas semejanzas con las de un piloto de Fórmula 1 y sus ingenieros. Al menos, hasta que recientemente se han prohibido los mensajes por radio que ayuden a manejar los infinitos y sofisticados sistemas de un monoplaza.
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VÍCTOR GARCÍA
Ron Dennis tiene por delante el desafío de encontrar el mejor compromiso posible para la próxima temporada, en la que se estrenan las normas: ¿sangre nueva o experiencia?
Imaginen por un momento otra conversación de diferente naturaleza: “¡Houston, Houston, tenemos un problema…!”, como petición de ayuda desde la nave espacial en caso de emergencia. “Tenéis que arregláoslas vosotros solos, queridos…”. "¡¿Einnnnsssss?! Pero ¿¡qué dices!?” A nuestros queridos astronautas les entraría la risa. Salvando las siderales diferencias, es lo que está ocurriendo en la Fórmula 1 actual. Absurdo, ¿no?
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"Yo no soy un astronauta, soy un piloto"
Para centrar el tiro, hablamos no tanto defender la barahunda de mensajes técnicos para gestionar un monoplaza, sino de lo contrario: del grado de incongruencia alcanzado por la Fórmula 1 en el presente. De lo lejos que se ha llegado para someter al piloto y hacerle depender excesivamente de la tecnología, para ahora cortarle el cable en medio de su paseo espacial.
Un monoplaza de Fórmula 1 no debe ser un ‘troncomóvil’. Cuando se estudia de cerca y al desnudo uno en su box, quita la respiración semejante despligue de sofisticación técnica. Pero el piloto se ha convertido en una suerte de tripulante dependiente de Houston. “Yo no soy un astronauta, soy un piloto”, resumió Giancarlo Fisichella para explicar su fracaso con Ferrari cuando sustituyó a Felipe Massa en 2009. No se había introducido todavía la tecnología híbrida con toda su parafernalia. Luego, Fisichella ganaría Le Mans con un Ferrari 348, pero con el monoplaza de Vettel hoy estaría en el frenopático.
Infringir la norma para salir ganando
Se había llegado al punto de indicar cómo tomar una curva, o a cuándo debía beber agua, por ejemplo. Ahora, al piloto se le ha cortado el cordón umbilical con la base, pero con todos los sistemas de a bordo en funcionamiento. No puede negarse que la escena de Hamilton manoteando botones para ver si acertaba con la configuración necesaria en Baku era tragicómica.
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Sin embargo Mercedes confirmó en Silverstone que se puede respetar la nueva situación sin mensajes, y a la vez beneficiarse de ella. Según el espíritu de la estricta norma que la FIA ha impuesto –nada de gestión teledirigida por radio de los sistemas por parte del piloto- , Rosberg posiblemente hubiera abandonado de engranar la séptima velocidad. Quebrar la norma le costó diez segundos de sanción, la segunda posición, y tres puntos menos. Pero tanto el piloto como Mercedes ganaron quince por poder terminar la carrera. Con ello, importantes cantidades de dinero de FOM para el equipo alemán y, para el piloto, unos puntos pueden marcar la diferencia entre tener opciones o no con Hamilton a final de temporada.
El excesivo poder de los ingenieros
¿Conclusionesnbsp;Primero, la sanción a Rosberg fue ridícula y cero disuasoria para el futuro. Mercedes ganó más incumpliendo la norma que respetándola. Segundo: ¿Cómo va a articular la FIA su cumplimiento efectivo en el futuronbsp;Tercero: si lo logra ¿Qué hacemos ahora con tantos sistemas en un monoplaza que no se pueden gestionar, pero que condicionan su funcionamiento? Cuarta, última y crucial: los ingenieros de Fórmula 1 han alcanzado demasiado peso específico y capacidad de control en este deporte a costa del piloto. Aunque esto último ya lo sabíamos, ha quedado como nunca en evidencia cuando al astronauta le han dicho aquello de “tienes que arreglártelas tú solo”.
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Y ahora ¿Qué? ¿Se simplificarán los monoplazas, con la pérdida de poder que supondría para tantos ingenieros? ¿Qué harían los equipos con sus recursos humanos y técnicos ya a bordo? ¿Cómo va a implementar la FIA la aplicación del ‘tajo’ a las comunicaciones si Mercedes se ha reído de ellas?
Sinceramente, no tenemos la menor idea, pero sí una certeza: como esa nave Apollo camino de la Luna, la Fórmula 1 bien puede decir hoy aquello de: “Houston, tenemos un problema”.
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