Las aparentes reticencias por subir a Pierre Gasly al rol de piloto titular y el hecho de que Sean Gelael vaya a ejercer de 'piloto de viernes' en cuatro Grandes Premios de esta temporada ha abierto serios interrogantes sobre el futuro, no ya de Toro Rosso, sino de toda la 'pirámide' del Red Bull Junior Team, sobre toda su filosofía.
Gelael no es un piloto de la 'escuela Red Bull', pero tampoco lo era Max Verstappen y ya se vio que no fue un impedimento para ficharle y abrirle las puertas de la F1 de par en par.
El caso del indonesio es totalmente diferente. Se parece en lo de ser un 'fichaje sobre la marcha', pero las razones son absolutamente diferentes. A nadie se le ocurre ver a Gelael como un posible ganador en F1 y mucho menos campeón como era el caso de Max. Su ascensión en el mundo de la competición se parece más a la aproximación a la F1 que ha hecho Lance Stroll. Incluso financiando a todo el equipo si es necesario para seguir su progresión.
El indonesio cuenta con el apoyo incondicional de su padre, el hombre que controla KFC en su país; y esto puede abrirle puertas, muchas puertas. Los contactos vienen de lejos, y ya en el mes de junio tuvimos noticias francamente certeras de que el objetivo de Gelael era –y es– convertirse en piloto de la Scuderia Toro Rosso cuanto antes. Por él hubiera sido ya en 2018. Los de Faenza buscan una solución más discreta: esperar a 2019.
Dietrich Mateschitz escucha y negocia propuestas. Primero porque entre KFC y Red Bull pueden existir sinergías, luego porque en la central de Red Bull ya no parecen tan dispuestos a financiar una pirámide, y quizás porque en la actualidad, salvo Gasly, no tienen un claro talento emergente –Niko Kari no deslumbra, y ya se quitaron de encima a Sérgio Sette Câmara–.
Con su actual dúo de pilotos, Max Verstappen y Daniel Ricciardo, junto con un excelente recambio como Carlos Sainz, colman sus aspiraciones por algunas temporadas, y carezca de sentido la inversión total en su segundo equipo e incluso cuestiona la existencia de la pirámide. Como nota curiosa, el padre de Gelael no sólo ha financiado la trayectoria de su hijo, sino que también ha apoyado la de un piloto, este más brillante, que conocemos todos en la Fórmula 2, el holandés Nyck de Vries.
Son propuestas, y no sólo de incorporar a un piloto de pago… sino incluso de comprarles el equipo. Sí: el padre de Gelael, o mejor dicho el grupo Jagonya Ayam, que posee las licencias de KFC en Indonesia, podría comprar parcialmente el equipo Toro Rosso. No sería una compra completa, ni tampoco sería la primera vez que el accionariado del equipo es compartido. No olvidemos que, en su día, Gerhard Berger fue, junto a Mateschitz, copropietario y 'team principal' del equipo italiano, anteriormente conocido como Minardi.
Esto también tiene una lectura adicional: Red Bull podría no creer los 'cantos de sirenas' que Liberty propugna sobre un mejor reparto de los ingresos por derechos de imagen en la Fórmula 1, hacia uno que beneficie más a los equipos de la segunda mitad de la tabla. Es un buen reclamo para comprar, sí, pero cuando desde el lado de Red Bull se valora una decisión de venta de este calado con un panorama teóricamente esperanzador para Toro Rosso, sólo hay dos posibilidades: o el panorama no es tan esperanzador, o se van a cobrar las esperanzas de antemano.
Pese a todo, en Toro Rosso, o mejor dicho en Red Bull, no van a precipitarse con la decisión. Antes hay otras prioridades, porque Sainz está bajo contrato –por el momento–, mientras que Kvyat, Gasly o Geael no tienen más opción que esperar. En cierta forma la decisión de los pilotos del equipo es la menos preocupante y urgente. Lo que hay detrás es la búsqueda de la cuadratura del círculo, pero de eso hablaremos mejor en un artículo sobre McLaren, Honda, Toro Rosso, Renault, Fernando Alonso y Carlos Sainz.
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