Cómo Mercedes nos la mete doblada a equipos, periodistas y aficionados desde 2014
Solo el paso del tiempo en la F1 permite comprender situaciones y capítulos de su historia. Como la posibilidad de que Mercedes haya jugado con y dosificado su espectacular superioridad
Piloto de Minardi a finales de los ochenta, Luis Pérez Sala y el periodista soportaban un gigantesco atasco, camino de un acto público. Ambos recordaban desde otra perspectiva aquella aventura. Entonces, Pérez Sala remató con una sentencia de calado una de aquellas historias: “Javier, es que los periodistas veníais a preguntarme cosas tras una sesión o una carrera de las que yo me enteraba seis meses después, si me enteraba de la verdad…”. Lección sobre la naturaleza de la Fórmula 1, que ilustra cómo solo el vuelo del tiempo permite conocer y encajar piezas que dan sentido a muchos de sus capítulos. A ello aplica lo que seguirá a estas líneas.
Esa esencia casi esotérica, oculta, hermética…también condiciona a sus protagonistas. “La guerra es el arte del engaño”, reza la columna vertebral del famoso “Arte de la Guerra” de Sun Tzu, perfecto manual para la Fórmula 1 y, más concretamente, para poner en contexto el dominio de Mercedes desde 2014. Cuál ha sido el alcance de ese formidable nivel y cómo Toto Wolff y compañía han jugado con sus rivales es una de las grandes incógnitas de estos años.
Una ventaja inesperada
Solo al cerrar una temporada los equipos confiesan algunas de las debilidades o fortalezas que han determinado su rendimiento, iluminando aspectos desconocidos para aficionados y prensa. A veces, tardan años. Recientes testimonios de los protagonistas de Mercedes nos devuelven a esa conversación con Pérez Sala. Y cabe preguntarse hasta qué punto el equipo alemán se la ha ‘metido doblada’ (con perdón) o jugado con sus rivales durante en este período. Remontemos entonces hasta 2014 para especular sobre el asunto. Dos recientes artículos de la publicación -on line- ‘The Race’ recogen palabras de sus líderes técnicos que revelan la dinámica latente en esta era híbrida.
Para preparar este desafío, Mercedes dispuso la infraestructura necesaria y reorganizado su esquema operativo con años de anticipación. Pero también competía en la pista. Aquí recuperamos a Sun Tzu, y el arte de descolocar a tus rivales. “Sabemos ahora, por gente que trabajaba en Red Bull en 2013 y que se unió luego a nosotros, que algo que hizo el W04 (el monoplaza de aquel año) fue poner presión a Red Bull para defenderse ese año” reconoce John Owen, jefe de diseño de Mercedes, “eso les hizo concentrarse en 2013 y no pensar en 2014. Aquello fue realmente efectivo, porque hacía pensar a tu rival que les estabas alcanzando, con lo que tenían que invertir recursos, cuando en realidad nosotros estábamos concentrados en 2014, tanto con el motor como con el chasis”. Mercedes incluso abandonó pronto el desarrollo de aquel W04, mientras Red Bull seguía a toda máquina hasta final de campeonato. Ferrari estaba a por uvas, como pudo comprobarse al año siguiente. Pero la gran sorpresa, incluso para los propios técnicos de Mercedes fue la extraordinaria ventaja que disfrutaban sobre sus rivales en 2014. Cómo la gestionaron es parte de una intrahistoria que solo puede conocerse años después.
"Mierda, lo que no necesitamos"
“La unidad de potencia era fantástica porque nos permitía tomárnoslo con calma en las curvas y aún así lograr buenos tiempos”, reconoce Owen. Es decir, Hamilton y Rosberg se fumaban un puro en 2014. “Nuestro sueño es que estaríamos delante, pero la ventaja se reveló de verdad en Bahrein, cuando los dos pilotos se enzarzaron en una batalla entre ellos y exprimieron al coche. Allí verdaderamente nos dimos cuenta de la ventaja que teníamos”. “El chaval que había en mí decía, “Woah, dejémosles correr, porque era emocionante. Pero el ingeniero en mí decía “Mierda, es lo último que necesitamos”, explicaba Andy Cowell, máximo responsable de motores de Mercedes. Es decir, debía evitarse que los rivales y la opinión pública comprendieran el alcance de tal superioridad. Para ello la estrategia buscaba ocultar esa formidable ventaja. “Pasábamos más tiempo trabajando en el nivel de rendimiento que debíamos mostrar en los entrenamientos. Queríamos asegurarnos la primera fila, y no queríamos que la diferencia fuera tan grande sobre la segunda”. ¿Cuántas veces habrá ocurrido semejante dinámica desde 2014 hasta hoy?
Pero como como aconseja Sun Tzu, “mejor defender lo que nadie ataca, y atacar lo que nadie defiende”, y haz que tus rivales miren hacia el lado equivocado. “Estábamos muy contentos de que el motor se llevara los titulares, porque no teníamos que pilotar el coche muy rápido”. Mercedes era consciente del alto nivel de su chasis, pero alentaba a sus rivales y opinión pública a que atribuyesen al motor el gran mérito de sus resultados. “Porque el chasis lo ve todo el mundo y se puede copiar, mientras que con la unidad de potencia nadie sabe por qué es tan potente, solo pueden especular”, explica John Owen, “así que dejar que los otros pensaran en el motor fue algo que hicimos deliberadamente”.
Ahora se copia a Mercedes
Esa política tuvo un mayor alcance si cabe. Porque prácticamente todos los equipos han copiado durante estos años la concepción aerodinámica de Red Bull y su elevado ‘rake’. “A nosotros nos iba muy bien que la copiaran”, explica Owen. Porque el equipo alemán ha seguido una línea aerodinámica diferente, casi opuesta a la filosofía de sus rivales. Hoy, Renault, Force India, McLaren…ya comienzan a adoptar la línea de Mercedes. Véase sus frontales, por ejemplo. Durante años, los rivales miraban al dedo de Red Bull y no a la luna de los monoplazas germanos. Sun Tzu estaría orgulloso de Wolff y compañía.
Mercedes respondió admirablemente a la era híbrida por liderazgo, eficacia organizativa y funcional. Bajo cualquier planteamiento nunca debe olvidarse su extraordinaria capacidad para elevar su propio listón y no dormirse en los laureles estos años. Pero a los efectos que nos ocupan, cabe preguntarse hasta qué punto Mercedes ha dosificado deliberadamente sus fortalezas ocultando un enorme potencial último. Por ejemplo, con aquella ‘problemática’ diva de 2017, un monoplaza difícil de poner a punto según nos contaba Wolff y Hamilton, pero que ganó 13 de 20 carreras. Se entiende bajo tal contexto las brutales estadísticas de victorias, podios y títulos de Mercedes y sus pilotos desde 2014. Y con ello, la moraleja final: si la realidad percibida por aficionados y periodistas respondía a un juego de prestidigitación de quien ocultaba todas sus cartas en la manga, pero enseñando a todos solo las estrictamente necesarias. Como para ir sentando cátedra con opiniones sobre Fórmula 1...
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