Hamilton se sienta a la mesa de las leyendas
Lewis Hamilton celebra el triunfo en Japón. /Reuters
Lewis Hamilton será campeón en el GP de Estados Unidos si suma, al menos, ocho puntos más que Sebastian Vettel. Eso ha ocurrido en diez de las 17 carreras disputadas este año, con lo que se puede asegurar sin miedo a precipitarse que el británico tiene una alta probabilidad de salir con un nuevo título en el bolsillo el próximo 21 de octubre.
Cuando Hamilton lo logre, se convertirá por méritos propios en una de las mayores leyendas de la historia de la Fórmula 1. Subirá al podio de los que han ganado, al menos, cinco campeonatos mundiales, algo que sólo han alcanzado dos hombres hasta el momento: el argentino Juan Manuel Fangio y el alemán Michael Schumacher. Palabras mayores. Nadie podrá arrebatarle el honor a Hamilton de haber igualado los cinco del 'Chueco', aunque siempre estará el debate de si los números, las victorias o la cantidad de títulos es lo que da valor a un corredor de Fórmula 1.
Más allá de debates estériles sobre las cualidades de unos y otros, el nombre de Hamilton ya estará por méritos propios entre los pilotos que han marcado la historia del automovilismo. El británico está en el mejor momento de su carrera, y no tiene visos para que vaya a cambiar, al menos, a corto plazo. El reinado absoluto de Mercedes durante la era híbrida ha llegado en un momento perfecto para un Hamilton que, cuando iguale a Fangio, mirará en condiciones hacia el heptacampeonato de Michael Schumacher… y más allá.
Una de las grandes ventajas que ha tenido Hamilton durante este año ha sido la inconsistencia de Sebastian Vettel y de Ferrari. El alemán lo volvió a demostrar este domingo en Suzuka. En las primeras vueltas, cuando estaba peleando por ser tercero y aún le quedaba toda la carrera por delante, se precipitó a la hora de decidir cuándo atacar a Max Verstappen. El resultado fue un accidente que le obligó a irse al fondo de la carrera y remontar hasta una insuficiente sexta posición. No es el primer GP que pifian desde la escuadra italiana, especialmente desde el coche número 5, pero sí el más relevante.
Pero los datos son los datos: en el GP de Gran Bretaña, el 8 de julio, Vettel era líder por 8 puntos. Tres meses y siete carreras después, Hamilton le ha remontado 75 puntos hasta darle la vuelta a la ventaja y estar 67 por encima. Su dominio en este tiempo ha sido demoledor: 168 de los 175 puntos posibles.
Dos victorias cada uno en Austin
Vettel se ha quedado muy lejos de lo esperado, y Ferrari lo mismo. Bien sea porque gozó de una presunta ventaja técnica que, merced a un doble sensor que les han colocado en la FIA, se ha neutralizado, bien por fallos de decisiones como las del sábado (montar neumáticos intermedios cuando no se debía) y el domingo (tirarse hacia Verstappen cuando sabía que no se iba a apartar), lo cierto es que han sido mucho menos rivales de Mercedes de lo que la competición se merece. Al menos, en la recta final de la campaña.
Si Hamiton gana en Austin y Vettel es tercero, o peor, el británico será campeón
Vettel sabe lo que es ganar en Austin, tantas veces como Hamilton: ambos lo han hecho dos veces. Sin embargo, ni el alemán está hoy en condiciones de darle la vuelta a la situación, ni el británico parece que vaya a ceder. Ni él, ni Mercedes. «Este año, como equipo, hemos sido muy fuertes. Austin ha sido históricamente muy bueno para el equipo y tengo ganas de soltar a la bestia en ese circuito», reconoció. Y si Hamilton va con ese optimismo, raro será que no se le dé bien, una vez más, el circuito de la nación que le ha acogido como un segundo hogar.
Las cuentas son muy claras: si gana y Vettel es tercero, o peor, Hamilton será campeón. La labor de Valtteri Bottas también será clave, algo que ha marcado también en muchas carreras el devenir de la temporada. Aquí radica otra de las diferencias críticas entre ambos equipos. Kimi Räikkönen no ha estado a la altura de ser escudero de Vettel. Ni lo ha aceptado, ni lo ha propiciado. En muchas carreras, Vettel se ha visto peleando delante con Hamilton y por detrás con Bottas. Solo, sin el apoyo de un escudero que le quite un rival de en medio o reste puntos a su enemigo por el campeonato. Y a cuatro carreras vista, después de que le hayan despedido, tampoco hay visos de que Räikkönen vaya a ser de mucha ayuda.
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